A Conquistar la Montaña


Se me ponen los pelos de punta cada vez que pienso en que puedo lograrlo. Cada vez que me veo reflejado en los ojos de esas personas que abarcan el interior de mi corazón y que me han animado a no caer, a seguir adelante contra viento y marea sin cesar en mi intento por cambiar las cosas. En mi particular batalla de yo contra el mundo.

Se me erizan los pelos de la nuca cuando noto los latidos de mi corazón, cuando me vibra el pecho lleno de ganas, de miedo,  y de valor. De esa extraña sensación de querer dar un paso adelante y enfrentarte a una fuerza te dice que no lo hagas, que vas por el mal camino, que no des ese paso al frente.

Pero lo haces.

Cierras los ojos, notas como la tierra besa la suela de la bota, como arrastras tras de ti esa carga que te echaste a los hombros porque sí, por que querías hacerlo y porque sentiste que tenias que hacerlo, y lo has hecho.  Ahora toca hacer realidad esa frase tuya de que un hombre tiene tanto valor, como tan poderoso es el mayor de sus miedos.

Ahora… Ahora por fin. Ha llegado el momento que llevo esperando toda mi vida, y no pienso dejarlo escapar. Está a punto de pasar el tren, y me niego a quedarme sentado en la estación.

Como diría don Manuel Fraga: ¡A por ellos!



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