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Mostrando entradas de noviembre, 2017

La caída desde la Isla del Cielo

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Pregunté si era mejor tirarse al vacío o frenar antes de pisar a fondo. Pregunté a los que más me conocen, a los que me acompañan en los momentos más jodidos, con los que discuto de política, y con los que me insuflo a cañas, cubatas y ron. A paseos mientras se pone el sol. Hice la pregunta creyendo no conocer la respuesta. Pregunté sabiendo que sin saber ya la tendría, que soy una antítesis en mí mismo y que a veces la almohada acaba siendo la mejor y la más definitiva de las respuestas, y que en esta ocasión prefiero ser más un cubito de hielo que un vaso de agua. Y me respondí.  Me respondí cuando susurraba para mí mismo que el plan T ha sido el que me ha llevado hasta aquí, y la sensación de tirarte sin paracaídas sobre una fosa rodeada de farallones, es la mayor fuente de adrenalina que pueda tener ahora mismo. “Que fluya” decía una amiga, y lo he dejado fluir tanto que me ha arrastrado la corriente río abajo. Me ha arrastrado para llevarme al borde de un salto de

Forever Young

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Solo necesitaba tres coca-colas de 350 ml, un paseo hasta el Decatlón, y hablar con un buen amigo sobre todo lo pasado hace algo más de siete años. Más de siete años en los que no cambiaría ni una sola coma, ni un solo parágrafo de lo vivido, ni lo bueno ni lo menos bueno. Me quedaría con todo. Con los marujeos, la tensión y las risas, con el sabor al vodka malo. Con las luces de neón cegándote el corazón y la razón. Con los palos que nos llevamos y que aún nos quedan por llevar.  Hoy es de esos días en los que te das cuenta de lo curiosa que puede llegar a ser la vida. De que existen personas con las que interactuabas sin darte cuenta, y sentados en una mesa alucinas de las vueltas que da el mundo, agradeciendo el tener amigos que sigan pensando en ser felices a base de su propia felicidad, y no a costa de la de los demás. El tiempo finalmente acabó poniendo a cada uno en su lugar. Me es inevitable el compararlo con la serie de Queer As Folk y con su desenlace, porque al

Doblón de plata

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Y corres el riesgo. Entregas cosas por las que darías la vida a cambio de algo que no sabes ni lo que es, ni tan siquiera si saldrá bien. Las entregas a sabiendas de que algo puede salir mal, y corres el riesgo de arriesgar. Inicias entonces el cambio. La metamorfosis de plata que pusiste en marcha hace más de un mes con la intención de crear algo nuevo, de tener como base lo viejo pero con la esperanza de que pudiera salir algo mejor. Y salió. Salió todo bien, incluso mejor que lo esperado. Porque como fruto de la fundición de todo el pasado, en algo no mayor que un doblón, que volvió a colgar de mi cuello para señalarme el camino. Le estoy cogiendo el truco a esto de coger riesgos y aprender de los leñazos, y quién sabe. Tal vez decida correr algún riesgo a mayores. Pongamos, que hablo de Madrid.

I I I

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De nuevo abrir esa carpeta. Es sentir el tacto frío del plástico de la carpeta y recordad las horas y horas de trabajo detrás de ello, las horas destinadas y robadas a absolutamente todo en lo que no podía ser otra cosa que una locura. Que una auténtica locura. Que no podía ser real. Que era todo la imaginación de un chaval con demasiados ideales, hormonas e impulsos. He tardado años. Auténticos años en lograr reunir todas y cada una de las piezas de este malnacido puzle, de esta caja de Pandora que arrasará los cimientos levantados a base de mentiras, odio y de un despotismo absoluto. Detrás de cada alfil, torre y peón para completar el tablero. Y siendo consciente de ello, consciente de que ya no hay lugar a errores porque lo tienes absolutamente todo en tu poder, que esta tiene que ser la estocada definitiva que acabe con Némesis.  Una flecha, un arco, y un objetivo. No se puede fallar. Sentado sobre la mesa, con esta carpeta al lado ahora por fin completa, es e

Riesgo

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Nunca he tenido el valor necesario para entregar esta carta, porque tampoco soy consciente de a quién se la escribo. No tengo conocimiento alguno sobre en qué parte del camino me encuentro, y tampoco creo necesitarlo. Es solo que si miro hacia atrás e intento ver hacia adelante me faltan escalones a los que poner el pie encima para dar el siguiente paso. Pero esto funciona así. Que en los momentos en los que quieres subir tienes que poner el pie sobre escalones de aire, y que en ocasiones lo único que tienes claro es lo que tú quieres y deseas, no los daños colaterales que puedan existir.   Y es por ello que piensa en ti. En nadie más que en ti. En alcanzar tus metas y tus sueños, porque si finalmente vale la pena, cuando los alcances, aquello que más deseas te esperará en la línea de meta. Recuérdalo siempre. Allí estará.     Y si no está, solo recuerda que vivir implica arriesgar... Y que has tomado la decisión de arriesgarlo todo. De correr el riesgo y de no mirar h

Caminante 2.0

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En esta semana escribí dos entradas y no acabé de publicar alguna, quizás porque no me sentía inspirado, o quizás porque preferí dejarme llevar y escribir más tarde. Disfrutar antes de relatar, vivir y sentir antes de usar papel y pluma. Preferí centrarme en la potencia de las turbinas, en dejarme llevar bajo la presión aerostática y en lo que fuera a llegar. En caminar por la senda que ya no se ha de volver a pisar. En buscar cazadoras molonas en el Zara o recibir puñales del tamaño de cimitarras clavados con el mayor de los cariños.  He asumido lo que quiero ser y he sido consciente de los medios que tengo para ello. He visto más allá del caos y de las barreras. He sido capaz de cargarme las nubes y mantener la impaciencia y el temperamento bajo control. Me quedo con el pelo bajo el secador, el marcar los talones con cada pisada, el mantener la mirada al frente, y en ser el terrorista moral de las causas perdidas. Sin olvidarnos de que sean causas que realmente valen la

Abstract (II)

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Es un zumbido incesante en los oídos, sinsabor a acero en la boca por tener las llaves entre los dientes mientras escribo esta nota en el móvil, pero un relato al fin y al cabo. Hay silencio.  Silencio roto por los roces del cuero con cada giro de la cazadora y con el sabor a hierro que se filtra en mi boca, pero algo me dice, en mi profundo y oculto instinto, que en el silencio se haya la respuesta. Que por cada escalón que subo me dejo la vida misma apoyado en la balaustrada, que por cada peldaño dejo atrás un pedazo de mi buscando lo que quiero ser. Y caes en la cuenta de que como dijo Hugh Hefner, la vida es demasiado corta para estar viviendo el sueño de otra persona.

Marmor Proconnesium

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No colega, ya no sirve ni escuchar “The Islander” ni las canciones del pasado. Esta de puta madre tirar de raíces, pero a veces para avanzar es necesario cortar amarras. Nunca olvides que las escaleras de mármol son las mismas que una vez te hablaron del cofre y de la cerradura dorada. Esa leyenda que mal entendida te dio una hostia mal dada y te dejo noqueado en busca del siguiente “Érase una vez”. Pero hijo mío, es que no aprendes. Que por todas las capas de mierdas que lleves encima sigues siendo tú, y eso jamás se cambia. Que sigues siendo fiel a unos valores y principios de los que te has armado y por los que, jamás olvides, son los que te hacen estar donde estas. Siguen siendo los helados peldaños de mármol que marcan el destino, y siguen siendo los mismos peldaños los que marcan el final de la escalera. Bajo la misma luna, bajo el mismo sol.

C, e y d

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Dejé tres entradas en el tintero, pero no esperaba tener que tirar de nostalgia para escribir una cuarta que las sobrepasara a todas ellas, y más después de una semana de completa, absoluta y necesaria desconexión. Cuando publicas un libro siempre es motivo de orgullo. Hay horas y horas de trabajo detrás de cada palabra, de cada oración y de cada parágrafo, detrás de cada idea hilada con una trama que tiene que ser lo suficientemente buena para entretener, pero también lo bastante sutil para darle una hostia al final de la historia. En el caso de este libro la historia no va así.  Valor&Coraje fue un blog que nació en uno de los momentos que más acabarían marcando mi vida, y el iniciar ahora la publicación de esas entradas marca en rojo el calendario para siempre. ¿El motivo? Porque atraviesa de cabo a rabo la transformación del mundo que me rodeaba, y porque me hizo entender que en esta vida la única forma de lograr cambiar algo, es mediante el esfuerzo, la consta