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Mostrando entradas de 2019

Lionheart

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Como el cosquilleo en la nuca cada vez que pronuncias la palabra “Lemuria” y recuerdas el Sol Dorado.   Exactamente igual a esa sonrisa de quien se ha ido cuando te veía entrando por la puerta de la cocina, o los ojos cargados de orgullo de quien una vez, antes de partir, sostuvo el primero de muchos libros. Es como lo que sintió Squall cuando se reconoció a sí mismo lo que sentía por Rinoa, o cuando Efrén besó por primera vez a Lady Anna, o la muerte de N. Du Heller. Como el recibir la última luz verde de la carrera y conseguir un objetivo por el que tus amigos y tú habéis luchado durante años en 24 horas.  Como la brisa de la Mar pegándote en la cara y el recuerdo permanente de quien te enseñó a caminar sobre el agua, o el olor a la sopa recién hecha y que reconoces nada más poner un pie en casa. Cuando se te van las cañas de las manos y los cubatas de los dedos, y ya ni hablemos de los dados jugados al chupito del azar. Cuando has vivido todo aquello por lo que una

De A hasta B

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Caos. Todo parece que es un maldito, absoluto y caótico desastre. Que la burocracia son losas de granito que cae una detrás de otra, que la realidad te da golpes que te dejan con las mejillas sangrando, que nunca llegas a entender cómo se podía tener tanta “pachorra” con todo lo que hay que hacer. Ahora empiezo a comprender cuando en los libros de los veteranos en esta materia dicen que es impagable el apoyo de la familia. De aquellos a los que robamos tiempo para dedicárselo a este caos. A intentar poner un poco de orden y a mejorar; Con la única ambición de mejorar y de hacer que todo vaya hacia adelante y un poquito mejor. Esto es duro y exigente, y quien no se exija y caiga en el conformismo, cava los primeros metros de su tumba.  Creo que nunca olvidaré la sensación de esta mañana. De estar sentado alrededor de una mesa con amigos pensando en el futuro. Pensando en ilusiones y en proyectos, en un mañana que está por llegar y que puede llegar. Con trabajo, tesón y sacrifi

Semillas de Invierno

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Decía un profesor mío, y curiosamente no hace mucho dijo algo similar un político gallego, que lo que le legamos a nuestros hijos es nuestro apellido, y que cuando lo hacemos, podemos hacerlo de dos formas: O como personas que trabajaron duro, honradas y luchadoras, de fuertes convicciones y de palabra, o podíamos ser un apellido más que se pierde entre la multitud de nombres que hay por el mundo. Convicción. Vivimos en un mundo donde por desgracia esta palabra cada vez pierde más su sentido. Anteponer el interés general al bien de uno mismo, anteponer el defender a los tuyos hasta las últimas consecuencias, ese es el último baluarte que existe hoy en día para ir por la calle con la cabeza alta, y jamás se deben olvidar esta clase de actos, porque aunque no nos lo creamos, son los actos que transforman a la sociedad. Cuando uno planta una semilla, nunca sabe si a pesar del esfuerzo, del trabajo y del sacrificio que ha realizado para comprarla, va a dar sus frutos cuando e

Lo que es

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Con todo lo vivido, lo intenso de los últimos días y todo lo que queda por vivir, no tenía muy claro que era lo que quería escribir. Lo que quería expresar o tan si quiera lo que sentía en un momento dado. Solo he tenido claro que el amor, la amistad y la valentía de creer, son los culpables de haber llegado hasta aquí, de no haber arrojado la toalla y de seguir sumando compañeros de viaje. A lo largo de este camino, de todos los años, de los golpes y las sonrisas, he aprendido que la gente herida; hiere, y que la gente curada; cura. Que la gente que cambia para bien ayuda a cambiar a la gente, así como aquellas personas que viven amargadas; amargan.  Son las decisiones quienes nos curten el carácter, quienes nos hacen ir con la cabeza alta por la calle sabiendo del sacrificio de todos aquellos que nos rodean para apoyarnos en algo que está por encima de cualquier entendimiento. De cualquier lógica. De cualquier razón. Tengo la confianza de que hay momentos duros que ac

Por un digno final

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Y de pronto un día te sientas delante del ordenador y te pones a releer historias escritas hace tiempo que por uno u otro motivo, no te atrevías a continuar. Historias que encierran tantas horas detrás que no solo es una pena no ponerles un punto, si no un punto y final tal y como se merecen. El recuperar ese hormigueo en los dedos mientras la música y las teclas son los más fieles amantes que se pueden tener las frías noches de otoño. El sentir que la historia es lo que importa, el futuro que escribes con renglones torcidos pues te permites imponerte la medalla de crear de la nada. Merecía la pena darle un final digno a una tan buena historia que estaba en el tintero por ser incapaz de enfrentarse a un nombre, pero como diría la amiga Granger: “Temerle a un nombre solo agranda el temor a lo nombrado”, y nadie ha nacido para vivir con miedo.  Porque da igual lo extensa, larga y dura que sea la travesía, las páginas que ocupe o el tamaño de las letras con las que se escrib

Ratón y mantequilla

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Decían los ratones más ancianos del lugar, que cuando un ratón cae dentro de un cuenco de leche, ese ratón se ahoga. Que se muere luchando por aferrarse a un borde y volcar la taza, que se ahoga viendo todo lo blanco que puede ser la luz propia del sol. Decían estos ancianos, que cuando uno cae en el interior del tazón todo está perdido. Que nadie había salido con vida de eso, que no valía la pena intentarlo, ni tan siquiera luchar. Que era mejor liberar el aire de los pulmones y hundirte recordando los buenos momentos y la vida al lado de los tuyos, de los buenos ratos y del camino recorrido hasta ese punto. Un día, un joven ratón de campo criado entre estas historias y dado a llevarle la contraria al mundo, la oveja negra de la familia ratonil, luchando por sacar una galleta de una caja en la limpia cocina de la casa de campo en la que tenía su madriguera, cayó en el interior de un cuenco lleno de leche.  Intentó por todos los medios aferrarse a los bordes de la taza,

Perseverare

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Creerás que no puedes más y que de nada sirve. Que lo mejor es dejar de hacer lo que haces y dedicarte a otra cosa. Que hasta aquí. Que ya no puedes más porque las piernas empiezan a flaquear, la cabeza a reventarte y el alma a desfallecer. Que las ganas se van. Que el otoño trae consigo el agua y las puertas del crudo invierno. Recordarás como un flash concatenado todos esos momentos iguales. Similares a este. Esos momentos en los que todo parecía perdido y en los que no se veía el final del túnel, en los que rendirse parecía la opción correcta pero no la más valiente. Ese momento en el que comprendiste que los errores que se tienen a propósito sirven para valorar lo que tienes.   Da igual lo duro que sea. Lo difícil o lo imposible que parezca. Que mientras exista un ápice de aire en los pulmones y medio latido en el corazón, mientras aún quede un rayo de esperanza y fuerzas suficientes para dar un paso adelante, aún quedará batalla que librar. El mundo no pertenece a

Conquistando demonios

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Y ahí lo tienes, delante de ti. Como siempre. Impasible con la mirada serena, con los ojos clavados en los tuyos y mirándote hasta más allá del alma. Hasta más allá de lo más profundo de tu mente y de tu corazón. Lo tienes ante ti. Donde siempre ha estado esperando a que decidas enfrentarte, esperando a que desenvaines para liarte a espadazos con quién te ha arrebatado el sueño, la tranquilidad, y hasta las ganas de otra cosa que no sea el terminar con esto. Te observa con los brazos cruzados sobre el pecho y las alas recogidas. Con los cuernos resplandecientes bajo la luz de las velas. Él no te tiene pánico ni terror, nunca te lo ha tenido, y nunca te lo tendrá.  El mayor de tus adversarios, el más increíble de tus miedos. El demonio que te acecha las noches sin luna y que te roba los sueños. Ese muro del hormigón contra el que has luchado años sin lograr hacer un solo rasguño. Pero tiras la espada al suelo. Caminas hacia él mirándole a los ojos y logras atisbar el d

Sombras nocturnas

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Te coserán a hostias hasta dejarte sin mandíbula, hasta que las costillas se te claven en los pulmones y el bazo te diga basta. Te romperán las tibias, la cadera y las muñecas. Te escupirán a la cara mientras estás tirado en el suelo hecho un ovillo de sangre y dolor. De pura sangre y dolor. Rezarás para que alguien corra en tu ayuda, pero la verdad es que estarás solo y rodeado de matones cuyo único pasatiempo es crear melodía de terror con cada grito de exhales, con cada lágrima que viertas y con cada gota de sudor que desprendas. Y será ahí, tirado en el suelo de un callejón bajo la luz de una farola, rodeado de sombras nocturnas, que tendrás que buscar en tu interior para resistir. Pero no vale solo resistir. No vale aguantar la paliza que cuatro matones de barrio a cara tapada te meten entre trago y pitillo. No vale, no llega y no sirve de nada. Entonces apelarás a lo que tengas más adentro de ti. A lo único que te queda y a lo que no llamas porque nunca te ha hecho

Héroe a secas

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Porque hay batallas que se libran con la mirada y contra los demonio del alba. Con la mala sangre de quienes solo buscan lo malo y nada lo bueno, contra los que únicamente quieren ser desdichados y se empecinan en serlo. Habrá batallas que se libren bajo la luz de los focos y el ensordecedor retumbar de la música. Que serán sigilosas en medio del caos sembrado por el hombre, y tan cruciales como las que precedan al Armagedón.  Porque hay ocasiones en las que ser un caballero solo armado con un anillo, será la más tierna, dura y sincera prueba de lealtad, amor y cariño que se pueda demostrar en un lugar donde los edificios rozan el cielo. Donde el tiempo solo se pare lo que dura un beso, donde una lágrima se diferencie del océano. A veces no es necesario tener superpoderes, porque un beso termina siendo la mayor de las armas, el más fuerte de los escudos, la más poderosa de las lanzas.

Convicción

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Los amigos de verdad marcan. En lo profundo de todo. Marcan ahí abajo con la deuda que uno tiene de por vida, porque hay sonrisas que valen más de 200€, y hay momentos, lágrimas y sentimientos que lo cruzan todo. Absolutamente todo. Hablarán de ti, hasta de los botones que lleves desabrochados de la camisa. Pero el camino que sigue cada uno va parejo a su forma de ser, de sentir y de amar, y ese es un privilegio del que solo pueden gozar quienes tienen personalidad. De la escuela   que cada uno marca.  Hay momentos duros que solo pasa aquel que toma la decisión y convicción de pasarlos. Quien se enfrenta a sus miedos y a pesar de todo se vence a sí mismo. A quien duda del mañana, a quien duda del futuro. Porque el futuro es negro y lleno de mierda, pero tenemos el poder de escribirlo con nuestras propias manos.

El pasillo de Artemisa

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De idéntica forma que una conjura a media noche. Con el silencio de la oscuridad y las sombras como capa, con el aliento contenido y la mirada cerrada. Sin ver. Sin sentidos de los que valerte para hacerle frente a todo lo que pueda caer en medio de la penumbra. Es como ir a ciegas por el pasillo el mismo día que has movido los muebles. Como esas noches en las que los rayos iluminan las figuras que te amenazan con las luces apagadas, con el viento que de día te acaricia el pelo y por la noche te apuñala. Con el frío que recorre la nuca sabiendo que si te das la vuelta no verás a nadie, pero sabes que hay algo ahí. Y te encuentras en ese pasillo de la hora bruja. Inmovilizado por el miedo y sabiendo que tienes absolutamente todo en tu contra, sabiendo que todo lo que has vivido pudo no haber sido nada comprado con el cruzar ese pasillo en el Castillo de Artemisa.  Pero a pesar de no tener sentidos, das un paso. A pesar de tener miedo y saber que es todo o nada, das otro pa

Continuará

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Dicen los sabios que cuando uno tiene que tomar una decisión y duda sobre cual tomar, tiene que escoger aquella que le cause más dolor, más fatiga, más sufrimiento. Que debe de ser una decisión que marque a fuego el porqué de las cosas, el carácter de cada uno, el sentido de la palabra. Son como esas nubes negras que se ven en el horizonte después de un día soleado. Como esa batalla que se sabe que se tiene que librar, que tiene fecha y hora, y que el tiempo tarde o temprano pondrá delante de ti.  Porque así es la vida: Te golpea duro   y donde más te duele, y está en tus manos el levantarte, ser fuerte y seguir tu camino; seguir adelante, seguir siendo tu mismo. En levantarte del barro, mirar al cielo encapotado que descargan con furia el agua sobre tus hombros, y sonreír. Porque hay respuestas que ya tenemos dentro de nuestro corazón antes de hacer las preguntas, porque hay sentimientos que surgen sin cruzar miradas, y porque las despedidas no son despedidas para siempr

El último cabo

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Duermes como el culo porque tienes ganas de que se alce el nuevo día. Te acuestas pronto por querer ver el amanecer. Comes lo justo y suficiente para mantenerte y seguir adelante, por seguir detrás de las metas de las que acabas hasta las pelotas porque valen la pena, y esto está por encima de todo lo demás. Ha sido un camino largo. Muy largo. Tanto que quienes lo emprendieron contigo ya no están a tu lado, otros se han cruzado, y tu no se has movido del piñón fijo que te impusiste tiempo ha. Porque tienes tantas llagas en los pies de llevar los tenis sin calcetines, que los callos te cuidan de las piedras del camino cuando vas descalzo.  Porque llegó el momento de enfrentarte a ese demonio que te quita el sueño por las noches y te atormenta durante el día. Somos quienes somos por todo lo vivido. Por los riesgos que asumimos con nuestras acciones, por las lágrimas que vertemos cuando cruzamos la línea de meta, por los sueños guardados en frascos y por todos los amores que

Maybe I'm a Lion

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Durante años lees, lees mucho y te creas tu idea del mundo. Cuando eres niño y decides por tu cuenta y riesgo aterrizar en el mundo la épica, de la heroica, de los ideales duros como el acero y que la palabra dada tiene más valor que un trozo de papel firmado, todo empieza a edificarse. Empiezas a forjar tu carácter y tu camino. Creces, pero no olvidas las raíces. No olvidas las gestas que alumbraban las noches de invierno, ni las noches en vela escribiendo capítulo tras capítulo de las historias que guardaban tras de sí algo de realidad, hasta que finalmente, cuando ya dejas la adolescencia atrás y entras en lo que se le llama “ser adulto”, acaba llegando la hora de ponerlo en práctica. Y lo haces, indudablemente.  Lo haces por vocación y por convicción. Lo haces seguido por ese aire caliente que notas en la boca del estómago cuando sabes que tienes razón, y defiendes la causa con tanta pasión que arrollas. Porque el mundo cambia, y las personas que aprendemos cons

Cuerpo de escombro

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El pelo es como una casa vieja que estás arreglando. Picas las paredes para dejarlas al aire, retiras lo viejo y dejas solamente los cimientos, los que la mantienen en pie. La estructura con la que nació y permaneció erguida todos estos años frente a temporales, terremotos y el paso del hombre. Pero no tiras ese escombro. Lo empleas en las nuevas construcciones. Usas los restos de lo viejo para seguir levantando lo nuevo. Para asentar cimientos y rellenar bloques de hormigón. Para mantener la esencia de lo que siempre has sido por dentro, aunque te cambien por fuera.  Porque te podrán cortar todo el pelo que quieran, que este seguirá creciendo, y tú decidirás si te lo cortas o te lo dejas viento, que como dice esta canción: moriré viviendo igual de libre que mi pelo. Llegarán momentos duros, más duros de los vividos y de los que pensaste que podrías vivir, pero saldrás adelante. Porque quien nunca se rinde mientras va de fracaso en fracaso, no se topa con la victoria po

Lo que nunca falla

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Todos nos sacrificamos, algunos más que otros, pero todos y cada uno de los que comparten este viaje compartimos algo que va inherente en el carácter de las personas, en las causas que engrandecen el corazón porque se tiene la certeza y la confianza que son causas justas, verdaderas y sentidas. Que las horas que les robamos a los nuestros para esto, son horas que tienen un sentido y un fin.  Que las lágrimas en las derrotas no fueron otra cosa que los bloques sobre los que construimos cada día de nuestra esperanza, y que las decepciones y las frustraciones, en muchos casos con uno mismo porque nunca se sabe si uno puede dar más de sí, son la argamasa que lo aguanta todo. Pueden fallar las esperanzas depositadas en el azar, el creer que el sacrificio tiene que ser recompensado como si la vida entendiera de estas cosas y no fuera injusta en ocasiones, y en otras nos devolviera el favor. Fallan las ganas en ocasiones, y las fuerzas en otras. Fallan los astros y los designios

A letra de alma

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Una de las grandes putadas que puede tener esto de escribir, es el quedarte en blanco a la  hora de escribir algo importante. De esos momentos en los que quieres escribir algo verdaderamente importante pero no logras encontrar las palabras adecuadas ni la forma de transmitirlas. No salen, y no es porque estés en blanco, ni por los nervios, ni por nada que se le parezca. Es curioso que así sea como me encuentre después de prácticamente toda una vida escribiendo, pero supongo que son las cosas que uno nunca se espera y que acaban surgiendo.  Aquí ya no sirve la improvisación, ni hablar con lo primero que se te pase por la cabeza, o tan siquiera por el corazón. Es uno de esos momentos en los que ya no sabes con lo que escribir, y es cuando te das cuenta de que los dictados de tus actos ya no tienen que ser relatados por los dedos de tus manos, si no con las palabras que te murmure alma. Por una vez, aquello que escribas, que sean versos de alma, sentimiento y de puro amor.

Segundo a segundo

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No, nadie dijo que fuera fácil. Que fuéramos impecables y perfectos. Tampoco nunca nos lo creímos. Tenemos la fe suficiente como para saber que la única religión que hay en esto es el sudor de la frente, las durezas de las manos y la esperanza en la brisa marina. Todos los golpes dejan marca. Unos más que otros, pero todos dejan marca. Son los que marcan el carácter, los que crean personalidad y los que te hacen diferente. Único. Alguien normal. Los que decantan quien piensa en seguir adelante o quien se da por vencido.  Nadie regala nada, y si algo tenemos claro, es que siempre hemos sido de los que les gusta ir a la guerra, de los que se arman con un cuchillo en los dientes y una metralleta a la espalda, de los de la bandana en la frente y la sonrisa como marca de identidad. De los que nunca dejan un compañero atrás y la lían parda si alguien nos dice lo contrario, porque somos la familia que escogimos ser. Somos quienes tienen el derecho propio a llamarse amigos y camar

Un Fa sostenido

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Existen carreras que son más de fondo que de explosión. Donde la mentalidad es la parte más importante de la partida en la que si no tienes bien entrenada la cabeza, los golpes acaban por dejarte en la esquina del cuadrilátero. Porque en esto un flaco puede darle una tunda a un armario de dos metros y curtido en decenas de gimnasios con una sola frase. Esto es como los Fa sostenidos en la ópera, como las cuerdas vocales vibrando hasta el extremo en el que fraccionan el cristal. Hasta ese instante en el que la resonancia con los latidos del corazón te eriza la piel y te hace asumir los retos más increíbles que puedas imaginar.  Porque pensar en uno mismo no es egoísta, porque el orgullo en determinados momentos es lo único que tienes para seguir en pie, y porque en ocasiones, la humildad no termina de ser la excusa de los inseguros. Porque cuando es cuestión de ser uno mismo y de luchar por tus sueños, la nota más alta es aquella que logramos anteponiéndonos a las advers

Cambio de verbo

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Cree en ti. Hazlo. En eso reside la auténtica fuerza, en la confianza que tengas en ti mismo para hacerle frente a lo que venga. Porque si miras hacia atrás, siempre has superado esas barreras que parecían infranqueables, siempre has logrado anteponerte a lo difícil para hacerlo complicado. No existen grandes remedios ni soluciones rápidas en terapias de coaching , existe la fuerza que subyace en cada uno de nosotros para sacarnos del agujero. En la resistencia a los golpes, en e l no decir “puedo hacerlo”, si no en “voy a hacerlo ” .  En estar siempre buscando una salida aún cuando tengas el cartel de “ Exit ” sobre tu cabeza.  Porque quizás haya cosas que no salgan como esperabas, pero no te equivoques, cuando eso suele ocurrir, es porque se avecina algo mejor que lo esperado. Porque si sonreímos es porque nos anteponemos a las adversidades, y el luchar por ser feliz, es el único objetivo por el que realmente vale la pena luchar.

Fe

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Llegará un día en el que nos encontraremos ante la tumba de la esperanza. Ese instante en el que la pesadumbre sea una carga tan dura que cerrar los ojos para dormir sea la única salida que veamos, que las manos ya no te respondan a ti, si no a los propios espasmos fruto del cansancio y de los sinsabores. Llegará un día en el que el alba se alzará teñida de rojo sangre. Ese momento en el que los sueños se caen hechos añicos de cristal y despertamos para sumirnos en la pesadilla. En el descontrol que tenemos por vida y que no somos capaces de controlar, porque nos sobran cabos y nos faltan noráis en el puerto.  Y cuando llegue ese día tienes que recordar que la vida no es justa, y que solo aquellos que saben sufrir son quienes acaban llegando a la línea de meta. Que todo lo malo acaba pasando si uno es capaz de sobreponerse y que nada está perdido, mientras haya quien siga creyendo en ello. Porque a veces no hay mayor salto de fe, que el creer en uno mismo.

Honestidad leal

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Si hay algo que admiro realmente de la gente es el poder de la voluntad humana. El poder de anteponerse a cualquier muro o piedra por una causa cuando esa causa es justa y verdadera, cuando se tiene la firme convicción de que eso es lo correcto. Esa chispa en la mirada que se observa con tan solo verse a los ojos. Si ese fin común, si esa causa que enaltece hasta el más pequeño de los corazones es verdadera, ni nada ni nadie podrá parar a quienes crean en ella. La honestidad es quizás, junto con la lealtad, los dos valores que más pueden caracterizar a una persona. Y son dos valores que marcan la diferencia. Los que nos hacen marcar diferencias. Son dos valores que nos permitieron lograr lo imposible creyendo en nosotros mismos, con la verdad por delante y siendo fieles a nuestra palabra.  Esto último es algo que no todo el mundo puede decir. Y es por ello que seguimos y seguiremos unidos, pues compartimos una causa común. Una causa en la que creemos y que está por en