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Mostrando entradas de julio, 2017

Desconexión en las agujas

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Poner tierra de por medio, WhatsApp apagado, y silencio. Quien necesite algo te llamará por teléfono. Irte a dónde no lo sepa nadie ni te conozca nadie. Sólo. A correr aventuras de estas que te curtieron al cumplir la mayoría de edad. Retornar al reino de hielo y acero, de adamantino y diamante. Hacer una locura sin serlo tanto. Dejar de controlar lo incontrolable y asumir la realidad: que no tienes que entenderlo todo, ni dar explicaciones de todo, y que en ocasiones es mejor ausentarse que estar presente sin estarlo. Eres un folio en blanco, arrugado, pero blanco al fin y al cabo. Un folio en el que se puede escribir con tinta o a lápiz en función de lo que quieras que perdure o quieras que desaparezca. Ha sido demasiado tiempo usando tinta hasta un punto aparte, y se me antoja raro eso de usar de nuevo un lápiz. No obstante jamás pierdas de vista tu verdadero objetivo: Levantarte como un rascacielos, como la torre más alta del palacio de Rosa Negra, como la aguja que culmi

Entretejiendo Mithril

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Cuando cae la noche reconozco que me quedo sin fuerzas para sonreír, que me falla el aire en ocasiones cuando busco oxígeno entre los astros del firmamento, entre la niebla que cierra las calles y no te deja ver ni lo que tienes delante a un par de metros. Es como lo ocurrido tras el desastre de Artemisa, como la caída del astro rey que deja asolada con la noche perpetua la tierra, tal y como decía Lord Byron en uno de sus textos. Somos nosotros los que creamos a nuestros demonios, los que creamos a partir de los miedos por la imaginación desbordada que nos ocasiona esa ceguera ocasional, el ruido silencioso que perfora los tímpanos en ese instante en el que estás a solas tirado en la cama, con la luz apagada, pensando en el infinito y más allá. Es ese estado de hibernación en el que ajustas tu coraza de mithril y pones a punto tu arsenal por lo que pueda pasar. Porque una coraza nueva tarda tiempo en hacerse, y siempre fuiste más de reparar, que de tirar y comprar algo n

Un milímetro

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Gástalo todo. Quema las naves y el último cartucho de la munición. Lanza todos los cuchillos que lleves colgando del cinto o escondidos en los tobillos, e incluso usa las manos desnudas cuando solo tengas el pecho descubierto. Gasta cada centímetro de tu energía; gástalo todo. Que no quede nada. Reconoce los fallos cuando los tengas y no tengas miedo a pedir perdón, ten la valentía de no renunciar a todo por una oportunidad más, si no a buscar las oportunidades un paso más adelante. A controlar la paciencia.   Aguanta la respiración cuando las lágrimas sean caras. La brisa de la noche, la niebla de pólvora, el silencio roto por el crepitar de los bombardeos que ciegan a la luna creciente en el firmamento. Miras al cielo y lo notas, es el cosquilleo de que alguien piensa en ti. Al fin y al cabo, has aprendido que un roce es suficiente para salvar la distancia que separa Gran Canaria de Hong Kong, oriente de occidente, frío de calor. Y todo por el simple roce de un milím

Flechas de 500 años

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Siempre es mejor la práctica que la teoría, el arriesgarse a quedarse con las ganas, el saltar al vacío haciendo actos de fe pura y dura a elegir sólo el terreno conocido. Cuanto no se ha hablado de salir de la zona de confort, de arriesgarse a lo imposible con el único objetivo de crecer como persona, de ampliar perspectivas y de descubrir cosas nuevas pensando en un posible futuro mejor. Santa Teresa de Jesús decía que no está la cosa para pensar mucho, si no para amar mucho y es quizás hoy, más de 500 años después de su nacimiento, cuando todas las canciones que carecían de sentido por fin lo obtengan.     Bastante perdemos el tiempo de nuestra vida en auténticas miserias cuando se puede estar disfrutando de lo que te gusta o de quién te gusta.    Agárrate el corazón con la mano sabiendo que únicamente habrá vacío bajo tus pies, pisotea esa opresión en el pecho hasta caminar sobre ella, y lánzate de una vez por todas a por lo que deseas.    Como diría Día Sexto: viv

II

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Algo ha cambiado en el aire. Tú decías que no podías reírte en un día como este, yo no podía apartar la mirada de tus labios, y en el eterno silencio que dura el ascender un puñado de pisos sonreíste dos veces. Tenía ese maldito nudo en la garganta y el corazón latía rompiéndome el pecho. Con la respiración más entrecortada que una embarazada con contracciones, pero recordé esa frase de un gran amigo sobre la calma. Hace unos inviernos escribí cual había sido la decisión más difícil que había tomado, y que al mismo tiempo había sido la que más vivo me había hecho sentir nunca, y esto va de escalar montañas. Quizás la decisión más complicada que haya tomado fuera esta, y se trata de un auténtico salto de fe a lo desconocido. Saltar cerrando los ojos, sin red, y pensar durante la caída libre en todos los cambios que tienes que hacer en tu vida… ¿Vale la pena? A esa pregunta ya respondiste en el momento en el que decidiste saltar al vacío. La respondiste en el momento e

Regreso a Otherside

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Hace tanto que quiero empezarte... Lo he ido posponiendo tanto que al final Cronos se me ha echado encima. Tendré que recuperar la soltura en los dedos y la táctica de mirar solo a la pantalla para no perder el tiempo en mirar las teclas, escribir lo primero que se te pase por la cabeza dándole forma y consistencia en la misma frase. Para variar resuena Hans Zimmer en las paredes de piedra, en esta habitación en las que tantas horas he pasado luchando por un atisbo de inspiración, una briza de clarividencia imaginativa, una llama que alumbre el camino a seguir. Es el momento de comenzar con vosotros con un simple objetivo, quizás uno de los más grandes que me haya marcado hasta ahora dentro de la faceta de intento de escritor.  Mes y medio por delante con el único objetivo de recorrer con la imaginación todos aquellos pasos dados entre tumbas, humedales, y los ojos del corazón de Londres.  Recorriendo todas y cada una de las sensaciones vividas, los momentos marcados y todo

Desgastando estacha

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Cuando se elabora una estacha, tal y como se hacían antaño, se parte de una simple hebra. Se cogen un buen puñado de ellas, se les hace un nudo en el extremo, y se les empieza a dar vueltas somos si fuera una de esas atracciones de feria ambulante que llegan a los pueblos en verano. Cuando esa estacha está terminada se hace lo mismo con otras dos y después, en algunos casos, se trenzan sobre un núcleo de hebras dándoles vueltas una y otra vez. Como ese trisquel que dibujaban los celtas en las piedras y que nos llegaron hasta los días de hoy, como las aguas cuando recorren el remolino. Cuando la estacha está terminada, se cosen los extremos y se usan para amarrar los barcos a los puertos, a las boyas, o incluso para estibar la carga. Pero… ¿Qué ocurre cuando la estacha estalla? ¿Qué ocurre cuando uno de esos tres cordones que la componen sobre el núcleo se deshace? Recuerdo que en bachillerato un compañero de clase decía que todo se solucionaba o con PV=nRT , o con ΣF=0 ,

Exempli Gratia

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Que los latidos de tu corazón perpetúen el intenso destino de tu vida, y que por cada latido tengas un sueño por cumplir. Que por cada golpe en el pecho tengas ganas de elevar la mirada a los cielos buscando una estela que guíe tus pasos. Sigue el sonido de las olas, del agua rompiendo contra el casco mientras los cielos se desploman sobre cubierta y sobre ti, cuando el ocaso bañe tu mirada entre grises madre perla y un escalofrío atraviese tu alma de norte a oeste. Acompasa el giro de timón con el alma de fuego que ruge con la fuerza de mil hombres pidiendo por derecho y honor más madera, porque de perseguir sueños uno nunca se cansa, y menos aun cuando los tiene al alcance de su mano.  Eleva tu alma a lo más alto que puedas mientras contemplas la inmensidad bajo tus pies, porque para esto es para lo que has nacido; para vivir libre respirando el eterno y sublime aroma salado de la Mar, para poner proa a lo desconocido y por venir. Porque ya no es cuestión de ver el