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Un año sabático no es necesariamente un año en el que dejas de hacer cosas, si no que es un año en el que te centras en ti mismo, en madurar como persona, en corregir lo que tiene que cambiarse y en trabajar el crecer un poquito más hacia dentro. En priorizarte sobre cualquier otra cosa. Un año de cultivar la razón para ser más fuerte de cabeza y más ágil de mente. En aprender el maravilloso arte de soltar al demonio que algunos llevamos dentro en el momento oportuno para, cuando ha terminado su trabajo, sellarlo de nuevo debajo del templo. Ha sido un año en el que el corazón decidió que va a seguir a quien él elija, y esa ha sido una decisión exclusivamente suya en la que no ha dejado participar a la razón; que de nada sirve forzarlo a sentir lo contrario. Siente lo que siente, por quién lo siente y como lo siente, y no pide perdón por ello. Aprendió a que es mejor estar sólo si no puede estar entero. Porque si no está donde pueda sentirse completo, prefiere quedarse aislado en ...