Videojuegos


He vuelto a jugar a esos videojuegos que estaban criando polvo en una caja, y me di cuenta de la enorme suerte que tuve. De ser Link, Marche o Squall. De crecer en el invierno sintiendo el frío de forma diferente, como la ausencia de calor físico, pero no del calor interno, de la familia, incluso de aquellos que físicamente ya no están.

He aprendido a vivir con lo que viene porque no tienes en la mano las decisiones de otras personas, aunque no te gusten o no las compartas. Personalmente, a mí ya no me va eso de “ir fluyendo”, porque nosotros somos nuestras decisiones, convicciones y pensamientos; somos lo que queremos ser o, por lo menos, aquello que somos sin dejarnos influenciar por nadie.

Somos ese carácter que forja el invierno, que forja el frío del norte que te hace ser, como decía Loquillo: Feo, fuerte y formal. Aunque lo de feo, como muchas otras cosas, es subjetivo.

Porque si tuvieras que mirarte en el espejo, tendrías que preguntarte si reconocerías a la persona en la que te estás convirtiendo. Si reconocerías la sonrisa, el brillo en la mirada y el fuego en el corazón a pesar de que estemos en pleno invierno. Y eso, es de muy guapos.

Porque si brillas por fuera, es que ardes por dentro. A lo Lala Love You. A lo Natsu liberando el poder de la Dragonforce.



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