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Mostrando entradas de julio, 2016

Mis Iluminados

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Viendo un video de una amiga de “Jurista Enloquecido” en el que salía un doblaje de Hitler en la película de “El Hundimiento”, me fue imposible no hacer la comparación cuando leía la frase de “mis iluminados compañeros”. Los tres delante de Hitler; Keitel, Jold, y Burgdorf mientras Hitler les grita “¡Era una orden!” Ay pobriños "mis iluminados"... Bueno, pobriños no, es lo que tiene juntarse con dictadores enajenados con el poder. Que mienten, manipulan, engañan, y al final se hunden arrastrándote con ellos. ¿Recuerdan lo que les pasaba a esta gente que se quedaba con Adolf Hitler en el bunker? Unos se envenenaron, otros se pegaron un tiro, y así con todos los que estaban a su alrededor. Pero volviendo al tema de “sus iluminados compañeros”, ¡Qué ironías de la vida! Gente que en ocasiones escupe tan alto que al final no es que le caiga la bacinilla encima, sino que se le cae un barril entero. Pero supongo que es lo bueno de saber que uno está limpio de polvo

Verdaderos Latidos

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Todos podemos escoger la opción de escapar y rendirnos, de rechazar la oportunidad de pensar un segundo en seguir caminando. No existe un mapa que te diga hacia donde caminar o como vivir, y es por eso mismo que somos libres para correr pegados al viento y escalar los cielos, y cuando descubras ese sentimiento desconocido que duerme en el pecho, la lluvia se detendrá.  Atrapa los sueños que imaginaste, protege a los que más quieres, y podrás ser más fuerte. Destruye a ese alter ego débil, destruye los muros que se alzan delante de ti, y deja que tus armas sean los latidos del corazón. Porque cuando despierta el poder desconocido encerrado en el pecho, cualquier deseo verdadero será real.

Lo último que se pierde

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Crees que no das para más y que todo se acaba en ese instante en el que el mundo te dice “hasta aquí”. Que ya no hay vida después de las caídas y de los cortes, que no queda mucho más que lamerse las heridas y asumir las consecuencias. Existen dos formas de asumir los errores: la primera es aprender de ellos y no repetirlos, la segunda, es que tus propios errores, que tus fallos, que tus miedos, que todo aquello que acompleja a tu corazón, sea tu propio caballo de batalla. Que aquellos que pretenden coartar tu libertad con abortos de faltas de respeto, sean los que te den las armas con las que enfrentarte a ellos.  Le decía a un amigo el otro día que cada vez creo más en el karma, y es por ello que todas aquellas veces que os insulten y humillen, que aquellas personas que se creen que tienen la autoridad moral para juzgaros os hagan daño, perdonadlos y dejarlos seguir con su vida. Porque no hay nada mejor que los planes salgan bien en el último momento y contra todo pronós

Convocado

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La vida no siempre nos lleva por donde nosotros queremos, pero sí por donde debemos ir. Nos lleva por los caminos más enrevesados habidos y por haber, pero seremos nosotros quienes decidamos si continuamos andando por ese sendero, o nos apeamos en la primera marquesina que encontremos a la espera de un bus. Nunca me he cansado de mirar atrás, sobre todo a las cosas buenas. A los momentos que te llenan y que te permiten seguir caminando hacia adelante. Cuando digo esto no lo digo como si no existiera nada más cierto que el pasado y que no hay un futuro por el que valga la pena luchar, lo digo como alguien que tiene profundo respeto por momentos, segundos que pasaron hace tiempo, y que sin darte cuenta te marcan. Hay un montón de artículos que hablan de lo bueno que es salir de tu zona de confort, de que los cambios son difíciles pero que uno debe adaptarse si quiere crecer, y la tradición de servir a la Mar Océana es algo inherente en el ADN de la familia durante casi media doc

Críos

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Ahora que está tan de moda el Pokémon Go no he podido evitar echar ese vistazo a la infancia que nos pasamos los de mi generación. A Dragon Ball, Digimon, y Pokémon, a las guerras de globos de agua en el pinar de Ares, o ir en bicicleta atravesando medio Mugardos cuando aún estaba la vía rápida en obras. Éramos críos. Niños que se creían que podían cambiar el mundo de la noche a la mañana. Como si fueras uno de esos niños elegidos que cruzó el portal para irse al mundo digital, y todo esto siendo esos retacos que no sobrepasaban el metro y medio de altura, pero que tenían aspiraciones que nadie en el mundo podría tener. Echo de menos aquella inocencia de la infancia en la que tu mayor preocupación era llegar a tiempo del colegio para ver los capítulos de Digimon. En los que toda la gente que querías estaba contigo porque creías que nunca se iban a ir, esta etapa en la que eras inmune a todo, salvo a las raspadas en las rodillas o a los cortes con alguna rama cuando escalabas a

Caballeros, espadas, y dragones

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Aquellos que me conocen saben que soy de los que tiene unas creencias que no se cambian, que son las que son para bien o para mal, pero que son mías, las que me forman como persona y que en buena parte son las que brotaron de las semillas que plantó mi familia alrededor de mi educación. Eso no quita que cometa errores, nadie es perfecto ni tiene la verdad absoluta. Obviamente hay gente que no tiene que pensar así ni tener ideales tan acérrimos. Por ejemplo, los hay que hoy se levantan odiando a una persona que igual poco más que borracha le llama de todo, y al día siguiente le está de perrito faldero. Por aquí por Galicia se les llama “lameconas”. Eso sí que, reconozco, es algo que no va conmigo. Lo respeto a quien le guste, pero el amor propio como su propio nombre indica… Es lo que se quiere uno mismo, y ni con eso, ni con la familia, se debe jugar. Hay líneas rojas que si se cruzan, deben asumirse las consecuencias. Esto me recuerda un par de debates que tuve donde hubo q