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Mostrando entradas de diciembre, 2023

Tremenda turra

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Tremenda turra, porque la de este año sí que ha sido dura. He masticado tierra y polvo. Me he vaciado; tanto por haberme abierto heridas para limpiarlas, y de las que me queda una hermosa cicatriz, como por cumplir sueños con los que llevaba demasiados años soñando. He aprendido que cuando las situaciones son buenas, se disfrutan; que cuando son malas, se transforman y que, si no puedes transformarlas, te transformas tú. Y en eso estamos. Acabando el año en medio de esa transformación que llegó con el verano para quedarse. He aprendido confirmado que la gente del mar somos de otra pasta. Que en palabras de Branson: los valientes pueden no vivir para siempre, pero los cautos no viven en absoluto. En que ya no me sirve ni la ley de Coulomb para calcular la atracción porque le faltan parámetros, ni tampoco la ley gravitacional de Newton. En que hay momentos que recuerdo con la intensidad de cien bombas nucleares, y que han sido los más jodidamente preciosos de mi vida. Hasta si

Voces

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Los héroes y villanos siempre tienen la misma historia, y es que todas nacen del dolor. Los villanos son aquellos que han sufrido y culpan al mundo de sus males, y los héroes son aquellos que han sufrido y que no quieren que los demás pasen por lo mismo. Unos son manipulados por el dolor para transmitirlo, otros, lo usan para frenarlo. Las mejores versiones de los héroes siempre surgen después de los procesos más duros, porque las versiones débiles, no sirven.   Pero, ¿cómo aceptar si eres un héroe o villano? Como decía Sirius Black: Todos tenemos luz y oscuridad en nuestro interior, lo que importa es la parte que queremos potenciar. Y escuchas esa voz. Esa voz interior que nos susurra lo que es correcto, y que sabe Dios en cuantas ocasiones se enfrenta a los ruidos de fondo que hay en la cabeza y a su alrededor. Pero ella no se calla. Porque esa voz tiene algo, y es que cuando habla, nunca se equivoca. Es una voz directa y clara, de muy pocas palabras, de hecho a veces solamen

Señales

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Que has cambiado. Quizás no tanto por fuera como por dentro, donde aún continúas librando batallas y destronando demonios. Donde los campos siguen arrasados por fuego y cenizas; donde la sangre aún desdibuja la superficie del agua. Te has hecho fuerte sin necesidad de pesas o ejercicios de hipertrofia. Has aprendido el uso del término “no” a las bravas, y también hasta dónde debe emplearse. Te has antepuesto a los demás y, cuando das algo, lo haces porque realmente te lo pide el corazón, no por compromiso. Eres acero frío templado. Has aceptado que la paz está por encima del placer, y que quizás esto es lo más importante que vayas a aprender de la vida. Has aprendido de tus errores asumiéndolos hasta el punto de creer en ti cuando nadie más lo hace. A veces, ni tú mismo. Que si quieres llegar a donde nadie ha llegado, que hablen de ti es condición sine qua non con la que tienes que aprender a vivir. Que la felicidad la construyen los que creen en sus manos y no los que tienen la

Sí, pero no

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Vivo en un mar de cicatrices que no se ven, en guerras internas que sólo quien ha pasado por ello puede entender. En guerras de vencidos donde el único victorioso es quien lo soporta todo hasta el final. Que decimos lo que pensamos, pero callamos lo que sentimos. Que hay multitud de noes cuando tan sólo necesitamos un sí. Que cuando habla el miedo, no se puede confiar en él, y que ya no es cuestión de si es fácil o difícil, es de si quieres o no. De almacenar mensajes guardados en borrador de notas por no darle a enviar. De cuerdas trenzadas en el cambio de marchas del coche. De gritos en silencio. De deseos a la Luna y al universo. De reparar relojes rotos con la intención de que marquen un nuevo tiempo. De no perder la esperanza.