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Mostrando entradas de febrero, 2021

La Fuerza de la Fe

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  De nada te sirve seguir adelante si no tienes un motivo para hacerlo. De nada te sirve vivir si no tienes una meta que alcanzar, un horizonte que cruzar o un sueño que cumplir. Porque el tiempo que tenemos en esta vida es de prestado, porque todos nacemos para morir, y todos somos dueños de nuestros actos. Somos nosotros los que elegimos la manera en la que queremos ser recordados. Es la fuerza de nuestro corazón la que realmente mueve nuestros pies, la que realmente nos da la vida. Los primeros pasos quizás son los más jodidos, y porque al igual que ocurre con una piedra, lo difícil es ponerla a rodar. Porque lo fácil es quedarse sentado en el sofá viendo las agujas del reloj dando vueltas sin cesar. Pero levántate. Levántate recordando que nadie puede hacerte sentir inferior sin tu permiso, y que la confianza no la da el tener siempre la razón, si no el no tener miedo a equivocarte. Y cuando las fuerzas comiencen a flaquear, no olvides que te levantas cada mañana con la fuerz

Ahí te encontraste

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Y ahí te encontraste. Donde nunca pensaste que estarías y haciendo lo que hiciste desde la primera vez. Desde el primer artículo, desde la primera manifestación, desde el primer impulso y palabra desordenada que era pura rabia contenida de la impotencia de no poder hacer nada, mezclada con el idealismo de un adolescente. Han pasado los años, las estaciones y las situaciones. Creciste. Aprendiste y discutiste, para errar y para acertar, pero creciste como persona y como profesional de lo tuyo, de tu pasión. De la maldita vena del mar que te ha hecho recorrer un camino lleno de espinas del que de vez en cuando surge una rosa. Y es que mientras la presión embotaba los tímpanos y las turbinas hacían su función, volvió a latir ese eco de guerra de antaño. La promesa de entrega eterna. El grito que se elevó desde un megáfono en un frío día de enero. Goethe decía que perseverar y mostrarse fuerte traía consigo el auxilio de los Dioses, y por Dios que no hay causas perdidas mientras qu

Tercer jaque

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Siempre he sido más de ajedrez que de póker. Durante años he aprendido a discernir de las estrategias que lo confían todo a una carta, y de aquellas más laboriosas y complicadas que se asientan sobre la línea de peones. Sobre la línea de soldados que defienden las torres, los caballos, los obispos y a Sus Majestades. El ajedrez es pura estrategia, es puro cálculo y planificación llevado al máximo exponente. Es encontrar las trampas que hay detrás de una reina fortificada o del caballo que rompe toda la línea. Hay partidas que se juegan en una tarde, partidas que se juegan durante días o incluso meses, pero reconozco que las partidas que más disfruto son aquellas que duran años. Y entono el mea culpa de saborear el precio de cada pieza, al igual que sufro en mis carnes las duras embestidas contra un alfil, que en lugar de esconderse en la esquina, pelea en campo abierto. Pero esto es ajedrez, y como decía Kasparov: Solía atacar porque era lo único que sabía. Ahora ataco porque

Todo es magia

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Porque lo que no ha podido con nosotros hasta ahora, no lo hará cuando ha aguantado las mayores embestidas nuestro baluarte, cuando han vuelto las aguas a su cauce. Cuando han cesado los temblores. Porque si algo hemos aprendido de la pandemia ha sido a luchar contra nuestros propios demonios por todo aquello que importa, por nuestros hijos, padres y hermanos, por nuestros abuelos. Por la sonrisa que nunca nos puede faltar. Porque nunca puedes darte por vencido ni bajar los brazos cuando el agua está a al cuello, porque no puedes dejarte abandonar cuando existe la fuerza de un león dormido en tun interior. Todo es magia; la capacidad de levantarnos después de caer, un abrazo de un buen amigo, el saber que tarde o temprano, volveremos a reír y a brindar por todo aquello que nos queda juntos y que vale la pena. Porque no existe la derrota. Y si algún día no hay fuerzas para levantarte, siempre quedarán amigos que hagan hasta lo imposible por verte sonreír. Sobre todo, los amigos