Ahí te encontraste

Y ahí te encontraste.

Donde nunca pensaste que estarías y haciendo lo que hiciste desde la primera vez. Desde el primer artículo, desde la primera manifestación, desde el primer impulso y palabra desordenada que era pura rabia contenida de la impotencia de no poder hacer nada, mezclada con el idealismo de un adolescente.

Han pasado los años, las estaciones y las situaciones. Creciste. Aprendiste y discutiste, para errar y para acertar, pero creciste como persona y como profesional de lo tuyo, de tu pasión. De la maldita vena del mar que te ha hecho recorrer un camino lleno de espinas del que de vez en cuando surge una rosa.

Y es que mientras la presión embotaba los tímpanos y las turbinas hacían su función, volvió a latir ese eco de guerra de antaño. La promesa de entrega eterna. El grito que se elevó desde un megáfono en un frío día de enero.

Goethe decía que perseverar y mostrarse fuerte traía consigo el auxilio de los Dioses, y por Dios que no hay causas perdidas mientras quede alguien dispuesto a dar hasta su último aliento de libertad por ellas.

En la misma ciudad, por la misma causa y sin dejar de ser fiel a uno mismo. Por el futuro, por Ferrolterra.




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