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Mostrando entradas de agosto, 2019

Maybe I'm a Lion

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Durante años lees, lees mucho y te creas tu idea del mundo. Cuando eres niño y decides por tu cuenta y riesgo aterrizar en el mundo la épica, de la heroica, de los ideales duros como el acero y que la palabra dada tiene más valor que un trozo de papel firmado, todo empieza a edificarse. Empiezas a forjar tu carácter y tu camino. Creces, pero no olvidas las raíces. No olvidas las gestas que alumbraban las noches de invierno, ni las noches en vela escribiendo capítulo tras capítulo de las historias que guardaban tras de sí algo de realidad, hasta que finalmente, cuando ya dejas la adolescencia atrás y entras en lo que se le llama “ser adulto”, acaba llegando la hora de ponerlo en práctica. Y lo haces, indudablemente.  Lo haces por vocación y por convicción. Lo haces seguido por ese aire caliente que notas en la boca del estómago cuando sabes que tienes razón, y defiendes la causa con tanta pasión que arrollas. Porque el mundo cambia, y las personas que aprendemos cons

Cuerpo de escombro

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El pelo es como una casa vieja que estás arreglando. Picas las paredes para dejarlas al aire, retiras lo viejo y dejas solamente los cimientos, los que la mantienen en pie. La estructura con la que nació y permaneció erguida todos estos años frente a temporales, terremotos y el paso del hombre. Pero no tiras ese escombro. Lo empleas en las nuevas construcciones. Usas los restos de lo viejo para seguir levantando lo nuevo. Para asentar cimientos y rellenar bloques de hormigón. Para mantener la esencia de lo que siempre has sido por dentro, aunque te cambien por fuera.  Porque te podrán cortar todo el pelo que quieran, que este seguirá creciendo, y tú decidirás si te lo cortas o te lo dejas viento, que como dice esta canción: moriré viviendo igual de libre que mi pelo. Llegarán momentos duros, más duros de los vividos y de los que pensaste que podrías vivir, pero saldrás adelante. Porque quien nunca se rinde mientras va de fracaso en fracaso, no se topa con la victoria po

Lo que nunca falla

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Todos nos sacrificamos, algunos más que otros, pero todos y cada uno de los que comparten este viaje compartimos algo que va inherente en el carácter de las personas, en las causas que engrandecen el corazón porque se tiene la certeza y la confianza que son causas justas, verdaderas y sentidas. Que las horas que les robamos a los nuestros para esto, son horas que tienen un sentido y un fin.  Que las lágrimas en las derrotas no fueron otra cosa que los bloques sobre los que construimos cada día de nuestra esperanza, y que las decepciones y las frustraciones, en muchos casos con uno mismo porque nunca se sabe si uno puede dar más de sí, son la argamasa que lo aguanta todo. Pueden fallar las esperanzas depositadas en el azar, el creer que el sacrificio tiene que ser recompensado como si la vida entendiera de estas cosas y no fuera injusta en ocasiones, y en otras nos devolviera el favor. Fallan las ganas en ocasiones, y las fuerzas en otras. Fallan los astros y los designios