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Mostrando entradas de junio, 2018

Miradnos; sin miedo

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Cuando uno tiene la conciencia limpia y el alma impoluta, no tiene que tener miedo. Cuando una persona es de palabra y actúa siempre con la verdad por delante, no tiene que tener miedo. Cuando una persona es fiel a los dictámenes de su corazón, a su criterio y a sus convicciones, jamás debe de tener miedo. Creo en la justicia universal; tanto la de leyes como en la del propio universo. Tengo la firme convicción de que aquellas personas que sólo buscan el bien común y anteponen este al suyo propio, más tarde o más temprano, reciben lo que les corresponde. Todo llega. Creo en la palabra dada, y creo sobre todo en la buena voluntad, pero ante todo creo en mis amigos. Creo en la firme convicción de cada uno de ellos que nos lleva a estar a las duras y a las maduras partiéndonos la cara por defender los intereses comunes, por la causa común que compartimos desde el fondo del corazón de defender el pueblo que nos ha visto crecer. Nada. Ni la mayor de las calumnias, ni la más lo

Rebelión mental

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Siempre existirán esa clase de momentos en los que la cabeza ya no pueda dar más de sí. Momentos en los que la presión de la sienes sea similar a la que hay en el punto más profundo de la fosa de las Marianas pero entiendo que, como todo, es temporal. Que el sufrimiento es la antesala de lo soñado y que el que algo quiere, algo le cuesta. Que el descontrol absoluto de horarios y el Caos en magníficas proporciones son las piedras de las que saldrán los adoquines para el camino, y que el espíritu de lucha que subyace en el inconsciente solo necesita de la perseverancia para seguir brillando.   Que esto es como el final agónico en las regatas, en las que ya no sabes si pedir que te maten para dejar de sufrir o apretar un huevo contra el otro, apretar los dientes, cerrar las manos, y arrancar con todo lo que te ata hasta destrozar los cabos que sortean tu cuerpo. Haz y siente, pero sobre todo haz lo que te salga del alma. Rebélate y sé desobediente, sé un alma libre que prosi

In Vino Veritas

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Y llegó el momento esperado. El momento que supondría la guinda de un plan trazado desde la mayor de las precisiones cerrando puertas y abriendo ventanas. Confiando ciegamente en el instinto y en que los ideales realmente pueden defenderse si uno cuenta con la firmeza y la pasión suficiente para seguir adelante, incluso cuando los demás creen que no se avanza. Lealtad no solo para con uno mismo, si no para con la gente que confía en ti. En la persona que te puso ahí para que defendieras el fortín y por la que has llegado a este punto. Al reloj que cuenta las horas a la inversa para estampar la firma mientras suene de fondo alguna de esas canciones que tanto nos transmiten. Quién sabe si no suena un Waterloo.  Que la Verdad siempre prevalece, y que solo aquellos que renuncian a defenderla son los indignos que serán castigados por ella. Quizás porque la Verdad acaba siendo la fuerza verdadera. Los que tenemos en nuestra mano la opción de tomar decisiones tenemos la obligaci

Fuego el dos

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Por favor, no tengas miedo. No tengas miedo a tirarte al vacío sabiendo que aunque te hagas daño, podrás levantarte. No tengas miedo a caminar a destiempo, pues es mejor esperar por un momento que sabes que puede llegar, a renunciar solo porque no llega cuando tú quieres que llegue. Existen batallas épicas que se forjan en el mayor de los silencios y de los trabajos, creciendo piedra a piedra, que se realizan bajo la soledad que da el saber que sólo puedes confiar en ti mismo para salir adelante. Hace años hice la promesa de devolver a quién más me había dado una parte de su esfuerzo, paciencia y sabiduría. Hace años hice la promesa de dar hasta el último soplo de aliento con una causa que valiera la pena.  Y ahora. Hoy. Esta noche. En la soledad de este despacho y con un vaso de Jack Daniels con hielo como compañía, mientras suena de fondo una de esas canciones de voz fuerte y profunda, que he tomado la decisión de apretar el botón rojo. Que aquellos que tienen l

Alicatado

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Cuando la oscuridad deje de ser oscuridad y se convierta en la nada. Cuando todo parezca que se cae al abismo y que los pies dejan de estar sobre el suelo. Cuando al luz te haga tanto daño que tengas que cerrar los ojos y estés obligado a caminar sin saber rumbo o dirección. Llegarán momentos en los que creas que lo más fácil sea apagar la luz y entregar las llaves. Que los brazos ya no puedan levantarse una vez más porque están cansados de hacer siempre el mismo gesto. De una y otra vez avanzar a marchas forzadas para darse contra un muro que no hay forma de bordear o saltar. Y coges aire. Mucho aire en el pecho. Tanto que los pulmones y el esternón empiezan a dolerte. Abres la boca y bostezas. De estos bostezos que hacen que te salten las lágrimas, y sin que te des cuenta, la mierda de ha ido en esa bocanada de aire. Porque lo que esta de moda son los libros de autoayuda y no el echarle huevos. El evitar para no sentir. Porque cuando pensabas que tenías que cerrar