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Mostrando entradas de octubre, 2022

Jaque de torre

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Es cierto que los golpes que no esperas siempre vienen de quien más te duelen, de quien está a tu lado, pero la vida te enseña a sobreponerte a estas bajas, a estas caídas y a estos tropezones. Te enseña a endurecer el corazón un poco más y a ser más selectivo, a escoger de verdad. Cuando te decepcionan no te matan, simplemente te enseñan. Que si fuera una partida de ajedrez te has quedado sin torre, pero no sin tablero ni piezas, y como dice un sabio profesor: en el ajedrez cuentan todas las piezas. Imagínate si cuentan, que un peón sacrificado puede ayudar a otro a convertirse en una dama, o incluso un rey que va paso a paso por el medio del tablero salvando los jaques y ganando tiempo para armar una ofensiva que le permita unas tablas o hasta ganas la partida. Porque como dijo Capablanca: De pocas partidas he aprendido tanto como de mis propias derrotas. Y vuelvo a ganar. Supongo que hoy ha sido una buena noche para reflexionar sobre ello. Una noche de difuntos: Que descansen en

Agua y acero

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Levántate y mírate; vapuleado por los cuatro costados, con heridas que emanan sangre como nacimientos de agua, con arrugas en la frente que no te quita el botox ni con un tratamiento de por vida. Mírate; mírate las manos y las suelas de los zapatos. Detente por un instante y echa la vista atrás no para ser nostálgico, si no para ser consciente de que todo lo que has pasado ha sido por una razón, por un objetivo, y que no depende de los demás el doblegar una voluntad avivada a llamas de acero. No dejes que se apague esa llama. No dejes que el acero se enfríe y tome forma. Sé como el agua que besa la piel quemada y como el fuego que lo consume todo, como ese instante de comunión entre opuestos, ese punto a estudio que no deja de sorprender.

Un demonio llamado Quietud

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De todos los demonios que se te presentan, hay uno que se encuentra disfrazado de calma, de tranquilidad, de silencio. Te lo encuentras cuando menos te esperas, y realmente no sabes ni si es pronto o tarde cuando te das cuenta de su presencia, cuando te recibe como Ollivander a Harry el día en que fue a buscar su primera varita con un “Ya estaba esperando que viniera a visitarme, señor X”. Este demonio se llama Quietud, y tiene la extraña habilidad de anclarte en tu zona de confort; de hacer que te contentes con lo que tienes, y ya está. Te encierra en ese círculo que no tiene puertas en el que crees estar seguro y calentito, y es que fuera hace frío. Pero recuerda que es bajo las ventiscas cuando más crecemos, que sin inviernos no hay primaveras, que sin lluvias no crecen los árboles. Y que si durante todos los años de tu vida te has fiado de lo que te dice el instinto, no empieces a cambiar y a recorrer senderos que no son tuyos. Sigue tus metas, persigue tus sueños y no deje

Mental Powered

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Una vez, cuando eres pequeño, te cuentan una de tantas historias de tesoros ocultos, de países recónditos y de mapas que están escondidos en las piezas del tiempo. Te hablan de llaves que abren puertas destinadas a no ser abiertas, de rompecabezas tan complejos que ni las mentes más brillantes de toda una generación son capaces de resolverlos. Te crías bebiendo de libros que hablan de estas historias: de la fuerza, de la pasión y de la razón, del espíritu y de la amistad. De cambiar el mundo con la fuerza de tus hombros y la limpieza de un apellido. Pero de lo que nunca te han hablado es de la fortaleza mental que tienes que tener para lograrlo. No te hablan de las horas de sacrificio silencioso que te acompaña cada día, cada noche a la que se le roban horas. No te hablan de las renuncias personales de esos héroes de leyenda, ni de las consecuencias que tienen las batallas y las guerras en su cabeza. No te hablan de la importancia de la salud mental, ni de que para poder ganar la

Intramuros

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Durante toda la historia los muros se han levantado con la intención de defenderse. Desde la Muralla China hasta las paredes que defienden el Castillo de la Palma de Mugardos, pasando por cada rincón y edificación que se levantó con la intención de ganar una posición, de defender un territorio y una causa. Los muros siempre se acompañan de foso, de aceite hirviendo, de arqueros y de trabuquetes, de todo cuanto sea necesario para la defensa del castillo y aguantar un asedio. Pero a veces se dan situaciones en las que los muros no son para defender una tierra, si no para aislar a otra. Hay muros que se levantan con la intención de hacer de cordón sanitario, preventivo o no. Y cuando eres el que está al otro lado de ese muro, tienes dos opciones: O luchar por derribarlo, o usarlo como peldaño. De usarlo como escalón para defender aquellos con los que compartes pisada.