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Mostrando entradas de noviembre, 2021

De tenis y tacones

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Si nos aplicáramos a ese viejo dicho de que “zapatero a tus zapatos”, o a ese otro que dice que “quien juzgue mi camino, le presto mis zapatos”, nos encontraríamos analizando que tipo de calzado somos. Por un lado estarían los tacones; esos taconazos que te permiten verlo todo desde arriba y que resuene cada paso sobre las losas de mármol de la calle haciendo que el eco de cada pisada reverbere contra los cristales.  Podríamos optar por ser las bambas de moda, esas chillonas que tienen unos cordones todos chulos que te harían ser la envidia de los colegas.  O quizás incluso unas buenas botas de montaña donde no entra ni agua ni frío, donde los duros corazones de roca se encuentran más cómodos. Incluso hasta esos náuticos que todos recordamos de la misa de los domingos y que calzan más los diablos que los ángeles. Supongo que en mi caso, si tuviera que elegir, me quedaría con mis viejos tenis blancos, si es que el actual color que tienen podría denominarse como tal. Unos tenis que

Liberiliš

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Uno no necesita de personas que le reconozcan desde fuera que es bueno en algo, o que está obligado a tener una pareja por miedo a soledad. Somos responsables de existir, de lo que hacemos y de los actos que consumamos. De las decisiones de las que formamos parte. De ser quienes decidimos ser.  Cada uno de nosotros es el responsable de su propia forma de existir. De vivir el presente aceptando la realidad y de que en ocasiones la vida no es justa, ni recompensa el esfuerzo, y que muchas veces nada permanece y todo se acaba. Somos nosotros mismos quienes nos creamos mochilas que en verdad no existen por ser incapaces de perdonarnos, de dejarnos convencer por quienes no han llevado tus zapatos para transcurrir por el sendero que has recorrido. Tu libertad es sagrada, y al igual que lo es para ti, también lo es para los demás. Ser libre o desapegado no quiere decir que tengas que cortar los lazos con las personas que quieras, o que seas frío como un témpano de hielo. Ser libre es asumir l

Expedito

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Desconozco ya el número de sacrificios, expiaciones u holocaustos que se han realizado a favor de esto. He perdido la cuenta de las decepciones que he podido causar, de las veces que los muros de hielo cruzaron la tierra protegiendo la torre, o cuantos bastiones he armado y nutrido con la intención de enfrentarme a cualquier asedio. Bastiones por cierto, que aún sigo alimentando. “Somos las decisiones que tomamos”, un mantra que he repetido tantas veces que podría ser perfectamente mi próximo tatuaje. Pero cuando tienes tan claros los objetivos, cuando tienes tan clara la visión y la meta por el que tanto has estudiado, formado y peleado, parece que puede venir una mano del cielo a doblegarte que las rodillas no van a tocar el suelo. Decía el Papa Francisco que Dios le da las batallas más duras a sus mejores guerreros, y si es así, estoy dispuesto a plantarme una vez más a pecho descubierto y espada al hombro para no ceder ni un solo centímetro de terreno, ni un ápice de honor, e

Canallismo

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Sí, hay días en los que notas en tu espalda las cadenas y la esclavitud del mundo, en los que soportas sobre los hombros las cargas tuyas y hasta la de tus primos segundos por parte de la tía abuela, y ¿sabes? No tienes que hacerlo. No tienes que ser el salvapatrias de nadie, ni tienes que sentirte mal por decir no. No tienes que ser invencible ni si quiera aparentar serlo, solo tienes que tener el carácter necesario para saber el amor propio siempre ha sido un plus. Aún te queda un largo camino por recorrer, escucha, sí pero no hagas caso de quien te diga como debes de hacerlo. Sé sincero contigo mismo, se fiel a tu instinto, a tu forma de ser y a ese carácter que roza el canallismo consumado de quien no tiene que deberle nada a nadie. Abre esa caja que tienes oculta desde hace tiempo, quítale el polvo, y que los rayos y los truenos barran el mundo habido y por haber. Sé ese ángel poseído por los demonios de quien no acepta la rendición por respuesta, ni conformarse con lo que n

No claudiques

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Como una espada de cristal que te atraviesa por completo, como el ver levantarse delante de tus ojos al titán Atlas que sostiene al mundo. Como ese dolor que te revienta la sien mientras tu corazón bombea la sangre haciendo latir la yugular. Como las acometidas que realizan los brazos de piedra del destino y que resistes con tu espada mientras no cesa de azuzar, de golpear y de blandir su mandoble contra todo que de verdad te importa, contra todo aquello por lo que luchas y que está dispuesto a destruir. Como si su única misión fuera el ser amparado por un cosmos que va más allá de navegar a la deriva y que tiene el rumbo fijado en hacerte temblar, en doblarte las rodillas y en verte postrado hasta el final. Como el último aliento de un rey que le pide a su hijo que no se rinda contra el imperio que asola las puertas de su reino. Como la batalla que se lucha en el silencio de un salón roto por los leños que crepitan en la chimenea. Como la certeza única de que lo original siemp