Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2013

Las ganas de seguir luchando

Imagen
Estas cansado. Si has dormido 8 horas en 3 días ya es demasiado, te duelen las manos, la cabeza, la espalda, las piernas y el pelo, pero ahí sigues, sin rendirte y con los objetivos más claros que nunca. Ahora no se puede caer, ahora no se puede. Te levantas todos los días a las 7:30 de la mañana, pasas más de 8 horas en la universidad, 2 horas en el club de remo entrenando, tienes que hacer en este cuatrimestre una cámara de maquinas, el desarrollo del casco de un arrastrero y tres prácticas de hidrodinámica, sin contar las de mecánica de fluidos y la semana de parciales que está al caer, además de estudiar. Sigues peleando por tu tierra, por el naval, escribiendo hasta las tantas, leyendo libros sobre economía en el Sector Marítimo y corrigiendo la segunda novela de tu propia cosecha, pero, aquí sigues. Muriéndote, sí, pero aquí sigues. No sé de donde saco las pilas y las ganas. No lo sé, y la verdad, no tengo tiempo a meditar sobre de donde viene la motivación que me

Si se quiere, se puede

Imagen
Y ahí está, otra motivación más en mi mesa de escritorio, junto con la brújula de navegante de mi abuelo, y la carta náutica de la costa gallega que me regaló mi tío. Se acabó el correr para llegar a la salida, ahora toca empezar la carrera, y tras asimilar en el día de hoy esta gran noticia que he recibido, toca poner de nuevo los pies en el suelo, la mirada en el horizonte, y el naval como prioridad. (Primero en mi carrera, y luego en política, entiéndase.) No todos los días se recibe una carta del presidente de la Xunta de Galicia, y menos diciéndote que tu proyecto, ese por el que has luchado tanto en solitario, ha pasado a la Consellería de Economía e Industria para poder ser objeto de estudio y análisis. Nada menos que trasladado por el presidente de la Xunta de Galicia…  Si es que cuando dije que no me temblaría el pulso a la hora de hablar con quien sea por defender el naval, lo decía con fundamento. Que si parlamentarios, diputados, senadores… Y ahora, el Presi.  Com

Y de repente, creces

Imagen
Te levantas, pasas un día que es de los peores que puedes pasar en toda tu vida, pero no, siempre hay algo que hace que todo lo que te ha pasado hasta ese momento sea una menudencia en comparación con lo que te espera. Te dan una hostia, aguantas el golpe porque es algo para lo que te llevas mentalizando desde hace ya tiempo, pero luego, cuando sonríes por haber bloqueado el golpe… ¡ZAS! Hostia que te crió en la boca de estómago haciéndote caer al suelo saboreando tu propia bilis.  Escuchas un llanto, pero resulta que tú tienes las mejillas secas. La ves, y es entonces cuando te das cuenta que has crecido un poco más, que hace mucho tiempo que dejaste de ser un  crío,  y que el empujón que necesitabas para ser un hombre, ha ocurrido sin que te dieras cuenta. Hay días que crees que no vale la pena levantarse, pero luego te das cuenta de que te acuestas más fuerte de lo que eras ayer. Por lo menos, algo es algo.

El Rey Errante

Imagen
Había una vez un Rey sin trono ni reino, pero con muchas promesas grabadas a fuego en su pecho. Promesas que había firmado a lo largo y ancho de su camino como caballero errante por el mundo que le rodeaba, y que lo llevaron a descubrir historias que jamás habría imaginado o conocido cualquier mortal que pisara esta tierra. Era un Rey Errante. Era un Rey que caminaba por las noches a la sobra de su corona de plata, armado con sus sentimientos y con sus ganas, un Rey sin medios, sin poder, sin gloria, pero con un corazón que abarcaba la inmensidad del mundo, y gente que lo apoyaba. Era un Rey anónimo, era un Rey sin sangre real y sin palacios en los que habitar, era un Rey que dormía en las campiñas bajo la radiante luna de verano, y en las cuevas de las montañas durante el duro invierno, pero era eso mismo lo que lo convertía en Rey, en dueño y señor de sus palabras, de sus promesas y de sus ideales. En el Rey de su propio camino y de su propia vida .

A Conquistar la Montaña

Imagen
Se me ponen los pelos de punta cada vez que pienso en que puedo lograrlo. Cada vez que me veo reflejado en los ojos de esas personas que abarcan el interior de mi corazón y que me han animado a no caer, a seguir adelante contra viento y marea sin cesar en mi intento por cambiar las cosas. En mi particular batalla de yo contra el mundo. Se me erizan los pelos de la nuca cuando noto los latidos de mi corazón, cuando me vibra el pecho lleno de ganas, de miedo,  y de valor. De esa extraña sensación de querer dar un paso adelante y enfrentarte a una fuerza te dice que no lo hagas, que vas por el mal camino, que no des ese paso al frente. Pero lo haces. Cierras los ojos, notas como la tierra besa la suela de la bota, como arrastras tras de ti esa carga que te echaste a los hombros porque sí, por que querías hacerlo y porque sentiste que tenias que hacerlo, y lo has hecho.  Ahora toca hacer realidad esa frase tuya de que un hombre tiene tanto valor, como tan poderoso es el mayor

Por la Verdad

Imagen
Aquellos que hemos tomado la decisión de escoger el camino difícil, tenemos una probabilidad de 1 contra 45.000 de que nuestros proyectos e ilusiones salgan adelante. ¿Sabéis por qué? Porque somos tan idealistas, tan incorruptibles y tan cabezotas que no toleramos que jueguen con nuestros sueños y con nuestro futuro. Cuando escoges este camino tienes que saber a qué te enfrentas. Tienes que saber que nadie te va a regalar nada y que si lo haces es porque quieres hacerlo. Siempre tendrás la opción de renunciar y de coger el camino fácil, de ser un lameculos que dice sí a todo y que vende sus ideales a precio de saldo sin importar absolutamente nada, solo por llegar lo más lejos que puedas.  No, yo no valgo para decir a todo que sí, sobre todo cuando se que está mal. No valgo para mentir y que mi conciencia quede tranquila, lo siento, pero si para ser político o para participar en la política tienes que tener un máster en engaños y conspiraciones me niego a continuar. T

Me Pierdo

Imagen
Tengo un problema, y es que me pierdo en tus pupilas. Me pierdo en la luz cegadora del mediodía que entra por tu ventana e ilumina tu cara, en el silencio que se rompe con la respiración entrecortada de tu pecho. Es que me pierdo cuando te veo a mi lado. Me pierdo en mis pensamientos y en tus labios, en las curvas de tu cuerpo y en tu sonrisa a media noche, en los escalofríos que sientes bajo la helada de Febrero, y en esos besos con los labios tan agrietados que hacen que el besarte sea un doloroso placer. Me disipo en el umbral de los segundos que corren a tu lado, en el entrelazar de nuestras manos bajo las sábanas, en el tiempo infinito que recorro a través de los sueños para verte una milésima parte de un fractal de segundo. Me pierdo. Me pierdo en tus pupilas al amanecer de los días, y lo único que deseo es seguir perdido en el mundo de tus ojos, en el cielo de tu sonrisa, y en el centro de tu alma. Me pierdo en tu interior, por que es la única forma de encontrarme

Maldita Gravedad

Imagen
¿Sabéis cuál es esa sensación de cuando haces algo y ya no hay vuelta atrás? ¿Sabéis cuáles son esas ganas de decir “Para y frena el carro un momento, da marcha atrás y piénsalo seriamente”? Pues así estoy yo ahora mismo… A veces creemos que la vida no es más que un juego en el que hay que pasárselo bien, y otras en cambio, te das cuenta de que pintas en este mundo más de lo que te piensas, o al menos, más de lo que a ti te gustaría. No te das cuenta de lo que estás a punto de hacer hasta que finalmente das el paso y te arriesgas. Saltas al  vacío  lleno de niebla donde solo hay o un colchón o las piedras más afiladas que has visto en tu vida, pero cuando piensas eso ya es demasiado tarde, has saltado, y pase lo que pasé, llegarás al suelo. Maldita fuerza de la gravedad. Esta vez esa sensación ha sido diferente. Sé que tengo un colchón de centímetros en medio de un desierto bañado de cristales, pero lo que tengo claro, es que caiga donde caiga, no me arrepentiré de ello

Ahora soy yo contra el Mundo

Imagen
Cuando caemos tenemos dos opciones. O quedarnos en el suelo llorando, o llorar mientras intentamos ponernos de pie. Las hostias duelen, y mucho. Las ganas de quedarte sentado, la impotencia, el resentimiento, la puta verdad de saber que hagas lo que hagas no podrás cambiar aquello que ya está destinado, que está definido, y que no se puede cambiar. Ese cóctel de desánimo que te bebes con pajita en la barra del bar bajo la última luz antes de echar el cierre. Cual agridulce es el sabor de la amargura… Te lo bebes de un trago. Los recuerdos se deslizan hasta el fondo de tu garganta ahogada por tus propias lágrimas, y de pronto, todo es vapor de agua y sal. Revientas el vaso contra la barra y das un golpe sobre ella. El corazón que te forjaste con los océanos que salieron de tus ojos se agita en el interior de tu pecho, y es entonces cuando las olas y los vientos te llaman a no darte por vencido. No lo hagas, y menos a las puertas del final.  Jamás me quedaré tirado en el su