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Mostrando entradas de abril, 2012

Correr sin mirar atrás

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La luna iluminaba el mar de colinas. Centenares de pequeñas elevaciones se alzaban sobre la tierra y la hierba las coronaba hasta más allá del horizonte lejano. Reinaba el silencio, la quietud, la calma. Se encontraba con el torso desnudo notando el viento cortante en su pecho, sintiendo cada ráfaga de aire frío que su cuerpo tornaba en calor. Miraba con sus ojos negros la profundidad de la noche encendida por la luna, y escuchaba atentamente ese susurro que llegaba desde el otro lado del mundo. Cerraba los ojos notando como el perfume de su lado salvaje dominaba su cuerpo, como la hierba acariciaba sus pies desnudos y el olor a libertad le inundaba los pulmones. Comenzó a correr por el mar de colinas mecidas por el viento notando la hierba que lo acariciaba a su paso, el viento que lo empujaba e invitaba a correr más rápido, que daba aliento a sus esperanzas y a sus sueños bajo una luna que lo observaba deseosa de ser tan libre como su corazón. Corría sin mirar atrás y c

Tiempo y nada más

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Construir edificios con los cimientos sobre el agua mientras el tic tac del reloj que marca el tiempo se frena después de su insaciable recorrido. Cerrar los ojos sobre la oscuridad abrazando la luz que se encuentra al otro lado, que es invisible al corazón y sensible al sentimiento de la lejanía que se acerca a pasos quietos. Como el baile de las dagas sobre los cuerpos mutilados y de las lágrimas de todos los que cayeron en batalla mientras el miedo apagaba sus corazones. El sonido de un violín rasgado por la pena y la tristeza que se lleva el mundo en una cuenta atrás. Tiempo y nada más. Se abre la puerta de la arena del desierto donde la noche perpetua anida en los corazones. La desesperación surge del corazón de los valientes, mientras la vela se consume y se apaga lentamente en un chasquido que dura milenios. Se aproxima la última tormenta de arena, son pocas las huellas que quedan marcadas en el desierto, y son pocas las plegarias que ya quedan en mi credo. Ha ll

Ell@s

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Hay veces que dan ganas de matarlos porque dicen las mayores idioteces y /o paridas que pueden existir en el mundo. Otras veces, en cambio, es necesario darles un abrazo y llorar a su lado para que jamás se sientan solos. Unos desaparecen con el tiempo, pero su recuerdo perdura, y otros, que antes ni sabías que existían, afianzan los cimientos de tu fuerza y de tu vida. Siempre los habrá falsos y cretinos, pero admítelo, les tendrás que agradecer el día de mañana todos tus éxitos. Como no podría ser de otra manera, también los hay de estos que se pegan a ti cuales sanguijuelas y te chupan hasta la última gota de tu sangre (y para que negarlo, chuparían hasta la última gota de cualquier tipo de fluido que saliera de tu cuerpo). Los hay plastas. Y mucho. Los hay cansinos y cargantes, pero también los hay pasotas, tímidos y prepotentes. Los hay quienes te gastan bromas pesadas y quienes las reciben. Los hay gays, bisexuales, lesbianas o heteros, presumidos y harapientos. Los hay

Regalos

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Qué extraña puede ser la vida. Sucesión de momentos que forman nuestro carácter y pensamiento, sucesión de experiencias que designan un destino y una forma de ser. Si observamos nuestro día a día podemos ver que no cambiamos absolutamente en nada, pero si echamos la vista al pasado, no somos para nada iguales. La vida pasa por delante de nuestros ojos y apenas nos damos cuenta de ello. Hace poco me encontraba en un pequeño gran dilema. Tenía dos paquetes, uno estaba envuelto de papel marrón, de este que se utiliza para enviar algo por correo a la otra punta del mundo, sin lazo, sin dirección, completamente simple y muy chiquitito, del tamaño de una caja de pendientes, pero que en su interior albergaba algo que es imposible de describir para todo ser humano con sentimientos; y por otro lado, tenía un paquete gigante envuelto con papel de regalo, con un lazo tan grande como el paquete y una tarjeta de felicitación, pero cuando lo levantaba en el aire para agitarlo y saber que enc

Cosas que piensa uno a altas horas de la noche

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Los seis cubitos de hielo formaban un triángulo en el fondo de la copa. Fría y sin vida. Helada. Inerte. Un recipiente sin vida, transparente y muerto, lleno de alcohol translúcido como las ideas a las tantas de la mañana.  Por Dios, ya no sé ni lo que escribo. ¿Habrá llegado el momento de hacer examen de conciencia? ¿Habrá llegado el momento de renunciar a ciertos sueños y milagros? Joder, ya estoy harto de ser pesimista, se acabó.  Cambiemos la cinta. Vayamos al grano. Nunca he valido para poner una rodilla en el suelo. Siempre he escrito lo primero que se me pasaba por la cabeza, pero ahora, escribiré lo primero que se me pase por el corazón. Un latido. Otro más. Y otro. Entonces pienso y me centro en el eco que resuena en un mundo sin paredes. Un mundo hueco lleno de silencio. Otro latido. Otro más. Y otro ¿De qué me preocupo? ¿Por qué desvarío? ¿Por qué? Lo más importante es que late. ¡Joder está latiendo! Mientras hay vida hay esperanza ¿O no? Me centro en el silencio y lo sig

Noche de Luna

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El cansancio recorría todos y cada uno de los puntos de su cuerpo. Caminaba por el bosque en silencio, con el pantalón lleno de barro y el pecho al descubierto, notando como el suave viento lo acariciaba y la luna lo bañaba por completo. El silencio se rompía con cada ráfaga y con cada latigazo de aire. Notaba la hierba mojada entre los dedos y como los animales lo miraban, escudriñaban entre las hojas de los árboles para verlo semidesnudo, caminando como si estuviera hipnotizado. Se paró en un claro donde solamente la luna y el viento lo acompañaba. No sentía frío, solo cansancio y el cuerpo pesado, punzadas de dolor en las piernas que eran lo único que le permitían permanecer despierto en ese extraño estado. Seguía en pie sin saber porqué. No sentía, no sufría el dolor que padecía. Todo el mal había quedado atrás. El sudor, las lágrimas, el amor. Estaba completamente vacío. Y entonces lo oyó. No sabría decir cuántas mujeres eran, puede que una, tres, incluso un centenar, pero su t

Vive, Ríe y Ama

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Cada vez que ella abre la puerta y se dispone a comerse el mundo, siempre hay alguien que monta en cólera. Si abre la boca y grita, siempre hay alguien que intenta callarla, si pone un pie para levantarse, siempre habrá alguien que le dé una patada en el tobillo para que fracase. Pero cada mañana cuando se levanta, está segura de su identidad y de saber quién es. Se levanta y mira por la ventana de su habitación rogando a las nubes y al cielo  "¿Por qué no puedo ser quien quiero ser? Solo quiero ser yo misma, y quiero que me améis por quien soy. Ya he tenido suficiente. Esta es mi plegaria y moriré viviendo tan libre como el viento.” No se ha cansado de ser el cisne feo que lucha contra la maldita metamorfosis y el mundo que la rodea. No se ha cansado de ser la que siempre rueda por el camino del sueño, siendo una doncella, una mendiga, un duende, una muerta o una diosa sin hijos que le recen. Ha llegado la hora, suenan las campanas, se abren las puertas y los pétalos de rosas

Bienvenidos al mundo de mi imaginación

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El calor y la luz tenue eran los dominantes en el vagón. Afuera, reinaba la absoluta oscuridad y la quietud. Hacía tiempo que no miraba al pasado con ojos de adulto. Sentía el cristal templado sobre la frente mientras mi respiración se marcaba sobre él, y mi reflejo se quedaba mirándome de forma fija e inmóvil, y sin saber cómo, recordando alguna artimaña del tiempo, logré mirar detrás del vidrio con los ojos del alma.  Allí seguían esos ojos verdes esmeralda, clavados en la noche sin luna y sin estrellas, iluminada con una extraña aura de la naturaleza. Allí estaba, su pelaje bañado con cicatrices de guerra y con la mueca sonriente de la superioridad en su cara. Seguía corriendo libre por sendas y bosques, por montañas y valles, cruzando ríos y desiertos de hielo. Libre del mundo. Puede que ahora mi imaginación se encuentre encadenada en el reino del sueño eterno, puede que el tiempo así lo quiera, puede que haya dejado de jugar con palos que eran espadas de acero batido, coronas de