Bienvenidos al mundo de mi imaginación
El calor y la luz tenue eran los dominantes en el vagón. Afuera, reinaba la absoluta oscuridad y la quietud. Hacía tiempo que no miraba al pasado con ojos de adulto. Sentía el cristal templado sobre la frente mientras mi respiración se marcaba sobre él, y mi reflejo se quedaba mirándome de forma fija e inmóvil, y sin saber cómo, recordando alguna artimaña del tiempo, logré mirar detrás del vidrio con los ojos del alma.
Allí seguían esos ojos verdes esmeralda, clavados en la noche sin luna y sin estrellas, iluminada con una extraña aura de la naturaleza. Allí estaba, su pelaje bañado con cicatrices de guerra y con la mueca sonriente de la superioridad en su cara. Seguía corriendo libre por sendas y bosques, por montañas y valles, cruzando ríos y desiertos de hielo. Libre del mundo.

Señoras y señores, en momentos como este, en un tren perdido por algún lugar de León, es cuando me doy cuenta de cuánto necesito, y de cuánto amo escribir. Bienvenidos al mundo de mi imaginación.