Tiempo y nada más


Construir edificios con los cimientos sobre el agua mientras el tic tac del reloj que marca el tiempo se frena después de su insaciable recorrido. Cerrar los ojos sobre la oscuridad abrazando la luz que se encuentra al otro lado, que es invisible al corazón y sensible al sentimiento de la lejanía que se acerca a pasos quietos.

Como el baile de las dagas sobre los cuerpos mutilados y de las lágrimas de todos los que cayeron en batalla mientras el miedo apagaba sus corazones. El sonido de un violín rasgado por la pena y la tristeza que se lleva el mundo en una cuenta atrás. Tiempo y nada más.

Se abre la puerta de la arena del desierto donde la noche perpetua anida en los corazones. La desesperación surge del corazón de los valientes, mientras la vela se consume y se apaga lentamente en un chasquido que dura milenios.

Se aproxima la última tormenta de arena, son pocas las huellas que quedan marcadas en el desierto, y son pocas las plegarias que ya quedan en mi credo. Ha llegado la noche, y con ella la eterna hora del sueño. ¿Soñar o despertar? Como siempre, todo en manos del Tiempo.

Tiempo. Tiempo. Tiempo. Por qué será que necesitamos que pases irrefrenable y a la par sincero. Tiempo, detente dos segundos a la orilla del viento, y deja que tu boca roce mi pecho… Deja que el aire susurre de lejos un te quiero. 

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