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Mostrando entradas de junio, 2022

Charter Party

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Es como tener las ideas claras en medio de una tormenta; como sostener el timón firme con los golpes que dé el mar, como los claros que se abren en medio de las nubes cuando alrededor la niebla es espesa y húmeda. Que esto va de momentos de zozobra y de bancos de arena, de arengas en medio de la nada y de jornadas de calma chicha sin que el viento pueda hinchar las velas. De cabos de esparto y sangre en las manos, de piel quemada bajo el sol de justicia sin agachar la cabeza. Que esto se trata de ser capaz de mirarte al espejo, de vivir sin haber empeñado tu palabra en vano , con independencia de que otros no hayan cumplido con la suya para contigo . De ser fiel a tus ideales sin necesidad de dejar muertos por el camino. Y que tal vez como decía el capitán Edward Teague, guardián del codex de Morgan y Bartholomew, de que no se trata de vivir para siempre, si no de vivir siempre para con uno mismo.

La conjura del agua

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Dicen que el agua lo cura todo. Que limpia las heridas, que calma la sed y que es la fuente de la vida. Dicen que en el agua, cuando nos sentamos a los pies del mar, se almacenan todos nuestros pensamientos, nuestras dudas y nuestros quebraderos de cabeza. Dicen, que si nos sumergimos en el agua, volvemos a nacer. Dicen que cuando llueve se nos purgan las malas energías; que cuando el viento y la lluvia nos embisten desde los cielos es para arrancarnos todos esos malos pensamientos y mandarnos el mensaje de nuestros ancestros de que no debemos rendirnos. De que Poseidón y Eolo no se dejaron nunca ganar a las partidas de cartas,   ni Blas de Lezo entregó Cartagena de Indias a quien pasaba por allí. Somos agua y viento, somos la fuerza de nuestros pensamientos y las ganas de nuestro corazón. Somos las gotas incesantes que revientan la piedra con su persistencia y por ende, la tenacidad encarnada. Porque si el agua es la fuerza motriz de la naturaleza, que también lo sea nuestro tes

Polifonía

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Quizás, si un día pusiéramos en una balanza nuestros temores, nos daríamos cuenta de que el plato del contrapeso lo tenemos vacío. Que tendríamos que llenarlo de razones y motivaciones para enfrentarnos a todos esos miedos que, por supervivencia, nos hacen quedarnos dentro de nuestra zona de confort. Quizás, en lugar de medir los días en horas, tendríamos que medirlos en el número de veces que realizamos algo por primera vez, o quizás en el número de miedos a los que nos enfrentamos. A esos terrores absurdos como es el subirse a una montaña rusa, o cuando pruebas el pepino y la soja pensando que saben a rayos y terminan dándote una sorpresa. Porque con miedo uno nunca arregla nada, porque fingir no es vivir, y porque todos los días de tu vida, los buenos y los no tan buenos, te han estado preparando para este momento; para el momento en el que decides ser feliz.

Antepenúltimo peldaño

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No sé si será el antepenúltimo, el penúltimo, el último, o tan siquiera si estaré a los pies de la escalera. Desconozco lo que vendrá después, las posibilidades que ofrezca el destino y las puertas que tenga que abrir, bien sea usando una ganzúa o un AK-47 si no encuentro la llave. Pero sí sé todo el tiempo que he dedicado a prepararme para ello. Sí que conozco la sensación de la frustración cuando por mucho que has trabajado, las cosas no acaban de salir y solo te queda el seguir esforzándote; Seguir luchando y seguir peleando como una gota de agua que tiene como objetivo destruir una montaña. Los retos no asustan, nos hacen crecer. Son las situaciones complejas quienes son capaces de sacar lo mejor que hay en nuestro interior, y es nuestra decisión el decidir si les plantamos cara a esas situaciones, o si por el contrario las dejamos pasar. Porque al fin y al cabo, somos nosotros mismos quienes decidimos hasta donde queremos llegar, hasta donde queremos escalar, y hasta donde q