Lo que nunca falla


Todos nos sacrificamos, algunos más que otros, pero todos y cada uno de los que comparten este viaje compartimos algo que va inherente en el carácter de las personas, en las causas que engrandecen el corazón porque se tiene la certeza y la confianza que son causas justas, verdaderas y sentidas.

Que las horas que les robamos a los nuestros para esto, son horas que tienen un sentido y un fin. 

Que las lágrimas en las derrotas no fueron otra cosa que los bloques sobre los que construimos cada día de nuestra esperanza, y que las decepciones y las frustraciones, en muchos casos con uno mismo porque nunca se sabe si uno puede dar más de sí, son la argamasa que lo aguanta todo.

Pueden fallar las esperanzas depositadas en el azar, el creer que el sacrificio tiene que ser recompensado como si la vida entendiera de estas cosas y no fuera injusta en ocasiones, y en otras nos devolviera el favor. Fallan las ganas en ocasiones, y las fuerzas en otras. Fallan los astros y los designios. Todo puede fallar.

Pero hay algo que tengo claro desde hace años, desde hace tantos años como llevo en esto, que no falla. Lo que nunca fallará: el equipo.




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