Segundo a segundo


No, nadie dijo que fuera fácil. Que fuéramos impecables y perfectos. Tampoco nunca nos lo creímos. Tenemos la fe suficiente como para saber que la única religión que hay en esto es el sudor de la frente, las durezas de las manos y la esperanza en la brisa marina.

Todos los golpes dejan marca. Unos más que otros, pero todos dejan marca. Son los que marcan el carácter, los que crean personalidad y los que te hacen diferente. Único. Alguien normal. Los que decantan quien piensa en seguir adelante o quien se da por vencido. 

Nadie regala nada, y si algo tenemos claro, es que siempre hemos sido de los que les gusta ir a la guerra, de los que se arman con un cuchillo en los dientes y una metralleta a la espalda, de los de la bandana en la frente y la sonrisa como marca de identidad. De los que nunca dejan un compañero atrás y la lían parda si alguien nos dice lo contrario, porque somos la familia que escogimos ser.

Somos quienes tienen el derecho propio a llamarse amigos y camaradas, quienes lloramos, reímos y sufrimos juntos. Somos una banda de piratas, sí, pero con corazón de caballeros. Los que nunca dan nada por perdido porque creemos en toda causa perdida por descabellada que sea.

Somos quienes somos por creer en quienes creemos: En nosotros mismos. 




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