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Una lágrima cristalina. Fina. Sincera y orgullosa. Transparente y a la par traslúcida. Cargada de recuerdos. Una lágrima con memoria, con sentimiento y con cariño. Una lágrima con historia. Una lágrima que se derramó cuando se conocieron los designios de un camino que ya no sería paralelo al tuyo, y que lentamente, poco a poco, se iría alejando hasta perderse en el hueco mundo que hay entre el cielo y el mar, en un atardecer olvidado, dando paso a una luna que dormía nuestros ojos mientras nos mirábamos a setecientos quilómetros de distancia. Mientras las gotas de lluvia y los truenos resonaban en mi cuarto, mientras una voz me susurraba al oído, el tiempo marcó su inescrutable sentencia. Ya lo decía mi horóscopo, hoy, se encontrarán tu presente y tu pasado.