Despedida a Medianoche

Atardecer en el espigón de Vilaxoán (Vilagarcía de Arousa)

¿Qué quiero? ¿Por qué una cuestión tan simple de sólo dos palabras es tan imposible de responder? Deseo cosas que no pueden ser. Me gustaría ser de nuevo un niño, a salvo y a resguardo; sin embargo también desearía algo más peligroso: un beso. Soy un torbellino de pasiones, dudas y necesidades. Parece como si siempre hubiera vivido en un estado de constante deseo y nunca en uno de plena satisfacción. Está claro que por mucho que lo intente, solo dejaré de quererte cuando no sueñe más contigo… Acepto la decisión… Hasta que comprendamos por fin que es mejor saber que preguntarse, que despertar es mejor que dormir, y que fracasar y cometer un error enorme, es mucho mejor que no haberlo intentado. No lloraré porque te vayas, sonreiré porque a partir de ahora vivirás por siempre en mi recuerdo… Hoy ha llegado finalmente el ocaso del mundo. Señora Condesa, la recordaré siempre con su amarillo piolín mientras el viento salado le acariciaba el pelo, pero no esperes tenerme ahí cuando caigas. Ese es el precio que decidiste pagar, pues como me dijo alguien muy importante para mí, un Mahía nunca se arrastra, y yo... Yo ya he quemado demasiada gasolina por un beso, por sentir tan solo el roce de tus labios...  Ahora ha llegado la hora de poner ese punto al que tanto miedo le teníamos. ¿Final o a parte? El tiempo pone a cada uno en su lugar.


Entradas populares de este blog

No enemies

Las pilas de Nesperino

Ratón y mantequilla