Pluma y Espada

Es de hoja simple. Sin filigranas. Lisa y relucientes bajo la luz. Es ligera. Equilibrada en su empuñadura, y de acero. Completamente de acero. Como la empuñadura de la pluma por la que soportas el goteo de la tinta antes de lanzarte al papel.

El aire y el fuego que templan un alma de acero. Algo así rezaba una dedicatoria en un libro escrito ya hace algunos años, y es que acaba siendo este material uno de los más resistentes a los golpes, a las hostias, y a los cambios de situación.

Son muchas las batallas libradas, son muchos los campos de batalla recorridos. En algunos he ganado, y en otros he aprendido. Pero jamás he renunciado a ser como el acero y como la pluma. El que a pesar de estar lleno de muescas y de golpes, con un poco de tacto y maestría sobre su filo, ofrece la mejor de sus versiones. La que remonta el vuelo con cada brizna de aire que cruza los mares y las amplias mesetas.

Desenfunden las espadas, caballeros, y que dé comienzo la danza de sables. Porque la tinta ya se ha secado.

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