Baldosas y baldosines

Hay diferentes formas de caminar sobre las baldosas:

Puedes seguir la línea que queda separando las figuras, esas rutas zigzagueantes que a veces te llevan al mismo punto de partida porque no es otra cosa que el mismo baldosín cambiado de orientación.

Puedes tomar también las grietas como hoja de ruta. Seguir por esos abismos oscuros y desvencijados que son tan profundos que ni una buena reconstrucción a base de hormigón puede cerrar.

O puedes tomar el tercer camino, aunque caminar por la línea que queda entre la unión de las baldosas siempre es la opción más complicada a seguir, porque si lo piensas bien, cuantos más kilómetros haces siguiendo la línea más fácil es que por el cansancio en los pies, te salgas de ella.

Hubo una persona que antes de irse más allá de las estrellas me dijo que los caminos difíciles eran los que de verdad valían la pena y los sueños que de verdad importan, también.

Los caminos son duros, pero si persistes contra el mar que rompe contras las rocas y haces frente a los vientos del noroeste, descubrirás que esas metas, las que valen la pena, esas que nacieron hace más de una década, se encuentran siempre al otro lado del purgatorio.

Y en esta ocasión, queda paso y medio para cruzar la puerta de salida de este petit enfer.


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