Cierre

Quiero contarte una historia de superación y de lágrimas, pues no existe superación sin sacrificio, ni mucho menos un victoria si no hay una batalla de por medio. De las duras, de las que te hacen replantearte tu vida y si estás en el camino correcto.

Ya no son los problemas de cuando tenías 4 años, de que cuando te rascabas las rodillas un sana, sana, culito de rana solucionaba tus penas, de esos años en los que tu mayor preocupación era llegar a casa con el tiempo suficiente para ver Digimon antes de comer.

Ahora que has crecido tienes que tomar la decisión de si sales de tu zona de confort o sigues siendo un pez grande en un estanque pequeño, si tomas la decisión de ser el “ciudadano de un lugar llamado mundo”.

Es como esa sensación en el cierre de las regatas, ese momento del cuarto largo, el cerrar los ojos y dar el resto después de tanto tiempo en una guerra contigo mismo. Esto se acaba, y llegados a este punto, tan solo pide “fe en Dios e ferro a fondo”.

Cuerpo de barro, alma de acero, y por lo que más quieras... Llega hasta el final.


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