24 de Agosto de 1936

Hoy hablando de la música y de las letras me acuerdo de ti. Me acuerdo de cuando sonreías y te veía entre el ángulo que había entre la puerta de entrada en casa, la puerta de la cocina, y el perchero. Me acuerdo, sobretodo, de cuando me dejaste debajo del árbol el 24 de diciembre mi primer ordenador portátil.

Esa noche nació El Sello de Mármol, o la historia de Mittre Car, que era como se llamaba en el pasado comenzado, pero esa noche escribí mi primer capítulo como escritor y soñador, todo gracias a ti, a que confiaste en mí más que nadie pudo hacerlo, y fue dándome los medios para poder ser alguien, para poder plantar mi semilla, que naciera, y poder podarla, curtirla, y hacerla lo más visible y fuerte posible.

No sé por qué motivo, razón y circunstancia me he acordado ahora de esto, quizás porque sea tu cumpleaños y me haya dado cuenta de ello mientras escribía estas líneas, quizás porque el destino me lo ha recordado. 

Pero lo único que tengo más claro que nunca, es que jamás te olvidaré. Te quiero, y gracias a dios hay medallas que se llevan pegadas al pecho y nadie puede arrancar. Quemaré las horas que no te fueron concedidas, y siempre mientras yo viva habrá dos rosas para ti.




Entradas populares de este blog

No enemies

Las pilas de Nesperino

Nothing or all