3 de Mayo de 2011

Nunca me caso de rememorar y de buscar hasta la saciedad en el pasado algo que me ayude a caminar hacia el futuro, quizás ese sea uno de los objetivos de esta pequeña bitácora que empezó hace años y que se mantiene al pie del cañón. Quizás con menos actualizaciones que antes, pero que mientras tenga algo de fuerza en los dedos y una conexión decente a internet, seguirá viva y coleando.

Releyendo y releyendo te vuelven a la mente muchos de esos momentos inolvidables y que te marcaron, los buenos y los no tan bueno, incluso en aquellos en los que la presión no te dejaba ni pensar con claridad. Aquello era todo un inocente juego de niños en comparación al día de hoy.

Aquellos años de joven impetuoso y hasta arrogante que salía a comerse el mundo, y que el mundo estaba tan duro que le hizo perder algún que otro diente. Cuanto ha cambiado todo desde entonces, pero jamás renunciaré a esa parte de mí que hoy en día me ha hecho como soy.

Creo que el haber vivido los primeros años de universidad de esa forma tan impulsiva y pasional ha hecho que hoy valore mucho más la templanza, pero sobre todo recuerdo que aquellos ideales siguen siendo los mismos de ahora y que el idealismo todavía sigue con vida.

Jamás olvidaré aquel momento de lucidez versada que tuve un 3 de mayo de 2011, aquel día en el que pensé que el poder para logar tus metas a lo largo de la vida, simplemente recae en el interior de uno mismo.

Hacia adelante siempre, olvidando de donde ha partido uno, nunca. 



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