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No fue como otras veces en las que quieres ser forense o cirujano plástico. Eso me duró un telediario. El cuento de ser oficial y estar al servicio del mar es algo que llevo desde hace años persiguiendo, es el sueño de ese chaval que se montó por primera vez siendo un niño de 3-4 años en el bote de su abuelo y vio que aquello era increíble. Si no que le pregunten a mis compañeros de bachillerato. 

Han pasado diez años, y la vida me ha llevado por todo cuanto camino empedrado podría tener por delante, por toda cuanta montaña había para llegar hasta este mismo momento, a este instante, en el que se ve la luz al final del túnel. Tuve la enorme suerte de conocer a gente increíble en Ferrol, de encontrar mi vocación y diferentes formas de pensamiento, pero sobre todo de encontrarme a mí mismo.

Ahora la guerra da comienzo en una plaza completamente diferente. Quedan once; once batallas una tras de otra donde seguramente en alguna me llevaré algún chasco, pero es en esas batallas donde todo depende de uno mismo, en las que se demuestra si de verdad los sueños que tanto anhelas, los anhelas de corazón.

Empieza la cuenta atrás. A por ese objetivo que llevo persiguiendo tanto tiempo y que está en la punta de los dedos... ¡A por los galones!



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