Quizás no le dediquemos el
tiempo suficiente a esa persona que nos aguanta y que nos soporta, que en
muchas ocasiones es con quien sobrellevamos nuestras subidas y bajadas, a quien
le contamos nuestras penas y glorias, a quien le susurramos los planes del
porvenir.
Releyendo el blog para un
proyecto que tengo entre manos, encontré una de esas frases que tanto usé en
esa época principiante, si es que esta etapa acabó en algún momento. Una de esas frases que
surgió un lejano 9 de enero y que, gracias a Dios y al tiempo, no ha perdido
significado alguno: Llámalo “Amor” si amas con el corazón; “Locura” si amas con
la cabeza.
Con el tiempo le he encontrado por fin significado a esta frase nacida
de un instante de inspiración, pues para amar con el corazón es necesario
enfrentarte a todos cuantos miedos encontrarás en tu vida, a todos cuantos
obstáculos aparecieran en tu camino, con el fin último de ser feliz.
Querer amar siguiendo los dictados de la razón, es amar siguiendo una
medición, y como dijo San Agustín: "La única medida del amor es la de amar sin
medida", y no tengo mejor medida que el tiempo que paso contigo.
Charles Mackay era un poeta escocés que recientemente se hizo famoso por la serie de Netflix “The Crown” , cuando una impecable Margaret Thatcher encarnada en Gillian Anderson le responde a Su Majestad la Reina Isabel II con uno de sus trabajos titulado No Enemies (Sin enemigos): ¿No tienes enemigos, dices? ¡Pobre de mí, amigo mío, que orgullo tan pobre! Quien se ha mezclado en la lucha por el deber que soportan los valientes, ¡debe de haber hecho enemigos! Si no tienes ninguno, pequeño es el trabajo que has realizado. Si no has castigado a ningún traidor, si no has alejado ninguna copa de tu labio perjuro, si nunca has convertido el mal en bien, has sido un cobarde en la batalla.” Mackay defendía que una persona que luche por lo correcto siempre tendrá enemigos, y que una persona que no los tenga, habrá vivido como un cobarde. Que no es necesario atacar a aquellos que no estén de acuerdo contigo, pero que sí debes sentirte cómodo caminando con quienes hablen cosas negativas de ...
Sabes que el ciclo ha terminado una vez lo terminas, y no antes. Es como un ligero mareo cuando te despiertas por la mañana, que no se desvanece después de hacer la rotación del cuello para estirarte. Porque un día te levantas y estás completo. Por fin, y después de tanto tiempo. De años de luchas y de batallas internas. Simplemente lo sabes. No sabes el cómo, pero lo sabes. Lo notas en la contundencia de las palabras que apoyan a los actos, en la claridad de la mente tanto en lo que tienes, como en lo quieres y, lo más importante, en la forma en la que quieres vas a conseguirlo; y es que, a pesar de todo, eso no ha cambiado: Las carreras de fondo, el no rendirse, el seguir al corazón. Todo esto, siempre ha valido la pena. Hemos llegado hasta este punto porque en la balanza entre el corazón y la cabeza, aún en constante equilibrio, siempre ha ganado la pasión a la razón. Y que, para luchar bajo el orballo, siempre se entrenó en medio de la tormenta y el barro. Renace una y ...
Dicen que no puedes romper a quien encontró la fuerza en su propia destrucción. Que quien tiene fe en sí mismo no necesita que los demás crean en él, porque la paz de uno no puede depender de terceros. Que todo tiene su propósito si sabemos verlo, por eso no debemos renunciar a algo por el simple hecho de que sea difícil. Vivir siempre implicó asomarse a los bordes del mapa y, cuando emprendes ese viaje, dejas atrás a la persona que lo comenzó. Decidir quién quieres ser, también implica el decidir quién nunca volverás a ser. Que los movimientos que tanto nos asustan son, precisamente, los que cambian nuestra vida. Y no hay nada más fuerte en el mundo, que la auténtica voluntad de cambiar.