Miedo
No tengo hambre. Tengo el estómago
cerrado desde hace semanas y el miedo se aferra a mí como la sombra que me
persigue desde que me levanto. El reloj llega al final, se cae el último grano
de arena y no encuentro el valor necesario para enfrentarme a esto, y es de lo
más jodido que he encontrado en mi camino.

Pero ahí sigue el miedo, esa mancha
oscura que se sitúa justo debajo del estómago y encima del páncreas, ese dolor
de cabeza por no poder dormir y esa inquietud que te agarrota los sentidos.
¿Pesadilla o realidad? El tiempo lo
dirá. Quien espera desespera, y no me puedo desesperar más.