Querer es poder
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Durante
años les rezas a todos los Dioses, a los nuevos y a los viejos, para que llegue
el día en el que puedas enfrentarte de verdad a esas batallas que siempre has
deseado. Y los años han pasado, y el momento, finalmente, ha llegado.
Durante años has preparado la armadura. Has estudiado como crear el mejor de los aceros y de las aleaciones, la técnica de forja, las temperaturas del metal, el enfriamiento con el agua… Largas noches en vela para que la fragua nunca se apagara.
Y cuando terminas. Cuando tienes todo listo y dispuesto para ir a la guerra, hay una corazonada que te pide que te lleves lo puesto. Que cojas la espada y dejes atrás la armadura y el escudo, porque es demasiado peso para este viaje. Porque esta misión requiere más de inteligencia que de fuerza brutal, y nunca verás un ratón con alforjas.
Porque si realmente deseas algo, debes desearlo y luchar tanto por ello, que al universo no le quede otra que cumplir contigo y decirte: Ahí lo tienes, coño. Ahora déjame en paz.