Nuevo Mundo

No hay mayor locura que seguir los dictados de un corazón soñador, ni tampoco hay mayor aventura que estar seguro de lo que te pide tu instinto. No hay mayor insensatez que cometer una locura calculada, ni tampoco vislumbrar un futuro incierto a través del final de un vaso sucio lleno de ron.

Hay locuras que acaban saliendo bien por ese simple hecho, por el hecho de ser cosas tan simples que nadie se ha parado a pensar si era posible, de pensar que no vale la pena arriesgarse por algo que no te aporta nada más que incertidumbre y temor.

Recuerdo algo que aprendí de esas etapas de instituto, y era que si tenías miedo de algo, si usaban algo en tu contra, lo hicieras tuyo como si fuera un primo hermano y lo usaras como tu mayor baza. Si el miedo es lo que peta a tu puerta ábrela de par en par, y usa ese temor de forma inconsciente para atreverte a saltar al vacío y cumplir con los designios de un sueño, porque de nada sirve estar vivos si no podemos sentirnos como tal.

Izad la mayor y la gavia, la mesana y sobremesana, el juanete de proa y mayor, el velacho y la vela de trinquete porque la travesía será larga, y no hay mejores vientos a favor que el tener un rumbo fijo.

Que Dios nos guarde. ¡Zarpamos!


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