De imposibles no se vive

Estoy cansado de estar aquí suprimido y anulado por mis miedos infantiles, asustado y arrinconado contra el atardecer que se clava en mi retina al tiempo que el viento del norte me corta la retirada. Me obligo a ver la puesta de sol, a ver el ocaso, el fin de todo, a recordarme que me gustaría que estuvieras aquí para compartirlo, pero de imposibles no se vive.

Cuando llorabas, yo secaba todas tus lágrimas. Cuando gritabas, yo luchaba contra todos tus miedos. Estoy limitado por esa vida bloqueada, por ese extraño mar de dudas que acabó por ahogarme en la orilla, por esas piedras afiladas que tendrían que haberme matado y no dejarme tullido y moribundo. 

He intentado decirme a mi mismo que te has ido, pero a pesar de que estás todavía aquí conmigo, acabo dándome cuenta de que he estado solo todo el tiempo. Quemaré los segundos entre alcohol y queroseno, destruiré todo este pasado incierto, arrasaré los pilares de los vientos, y ojalá que mi alma alcance su consuelo… Pero de imposibles no se vive, y creo que tendré que aprender a vivir de ellos.




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