Fairy Tale (Cuento de Hadas)

Erase una vez que se era, que una vez, en un lugar muy lejano nació un joven pequeño, muy pequeño. Nació en un mundo lleno de dolor y de tristeza, pero al fin y al cabo, había logrado pisar la tierra y la hierba verde. El joven que era pequeño, muy pequeño, sufrió todo el dolor que se puede sufrir en este mundo, pues su historia comenzó cuando conoció por azares del destino a una extraña pareja, una extraña pareja que en el reino de las hadas estaba tachada por ser una despiadada bruja, y la vil rata que tenía por mascota. El joven que era pequeño, muy pequeño, se hizo amigo de esta poco singular pareja.  Pero por suerte, en esta historia, el tiempo pone todo en su lugar.

Era una noche de luna llena. Las farolas iluminaban las calles regadas con orín y lujuria. El aroma acartonado de la miseria y de los barrios bajos embriagaba el aire con su perfume. Las calles sombrías y retorcidas eran testigos de la crueldad.  Eran testigos de cómo la maldad inhumana de la desdichada bruja jamelga y de su rata bañada en perfidia, urgían un macabro complot para divertirse asustando y haciendo llorar a este joven que era pequeño, muy pequeño. Un grito desgarró la noche. Un grito que cortó el aire como un rayo y paralizó el corazón de más de una persona. Era un grito por la paz. Hubo una extraña explosión de sensaciones, de nervios, de abrazos. El joven que era pequeño, muy pequeño, se encontraba sentado en un escalón bajo la luz de la noche. La rata bañada en perfidia se le había abalanzado sobre el cuello pero por sorpresa, para todos los que se encontraban en esa calle, la vil, pordiosera, asquerosa, repugnante y anoréxica rata no pudo hacerle daño a este joven que era pequeño, muy pequeño. Justo en el instante en que la rata se iba abalanzar sobre él, centenares de puntitos dorados descendieron de los cielos. Centenares de granitos de purpurina que caían lentamente entre la mezcla salada de las lágrimas y del pesar del corazón. Las hadas de ese reino se arremolinaron sobre este joven que era pequeño, muy pequeño, y lo protegieron con una magia más antigua que el tiempo, y más insondable que los mares profundos. Los centenares de puntos vinieron de todos los rincones del reino para citarse ahí esa noche, para caer sobre el joven y protegerlo de todo ese mal que brotaba en su contra.

Por muchos kilómetros que tenga el reino. Por muchas ratas anoréxicas que intenten atacar al joven que era pequeño, muy pequeño. Por muchos problemas que puedan surgir, la magia de la Amistad es quizás, la más poderosa de la armas. Y gracias a esta magia, el que fue un joven pequeño, muy pequeño, consiguió tener el más grande y fuerte de todos los corazones. Por que las hadas, esas que siempre velan y velarán por él, no van a permitir que ninguna jamelga ni rata le toquen un pelo. Eso, es algo que deben tener muy claro.


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