Beso de Serpiente

               
            Había una vez un lugar lejano donde los prados eran tan verdes que lastimaban la vista, y los mares tan bellos y hermosos que la gente del lugar lo contemplaba las noches de luna llena, admirando su reflejo sobre la gran superficie y quedando las noches bañadas por la plata de la luna. El lugar era verdaderamente curioso pues carecía de rey o de reina, cada uno era libre de su destino, todo eran lugareños  modestos que vivían de la gracia de la tierra o del mar, carecían de grandes conocimientos, pero sus familias, su hogar los hacía felices. Una noche llego un extraño viajero pidiendo posada en casa del herrero, y este de forma gentil le ofreció un plato de comida caliente y un lecho donde dormir. El herrero era viudo, su mujer había sucumbido a una ventisca del frio invierno y había dejado a una hermosa joven que siempre hacia compañía a su longevo padre. Al día siguiente, la joven hija del herrero se dirigió al rio cercano a limpiar la ropa, cuando se vio sorprendida por una serpiente de agua, la cual le había picado en la mano, pero por suerte, el viajero desconocido que se disponía a reanudar su viaje se encontraba allí para darle las gracias por su acogida en aquella noche. El desconocido se aproximo veloz hacia la muchacha y con una navaja  corto en línea recta desde uno al otro orificio de los colmillos y chupó todo el veneno que pudo hasta extraérselo, la muchacha gracias a la ayuda del viajero continuo con vida y cuando se despidió de él, se fue corriendo a su casa para contarle a su padre lo acontecido con el extraño. La muchacha nunca supo más del extraño. Una noche, años después, el pueblo se encontraba en la playa festejando el cambio de estación, cuando el misterioso viajero apareció de nuevo. La muchacha se acercó a él y conversaron agradablemente, minutos más tarde, una vez habían intercambiado unas palabras, se retiraron a pasear por la playa. Él le había contado que venía de un lugar muy lejano, y que nunca olvidaría aquella muestra de cordialidad que le habían dado en la casa del herrero, y le agradeció a la muchacha que lo atendiera. Ella después le agradeció de innumerables maneras que le salvara la vida, y él le dijo que volvería hacerlo, porque a pesar de pasar tanto tiempo sin verla, se había quedado prendido del roce de sus labios con su mano, y ella lo besó. Después del beso, el joven dijo que tenía que partir, que había regresado pues necesitaba decirle eso a la joven porque era una pesada carga en su corazón. Cuando el joven se había ido la hija del herrero volvió a la zona concurrida de la playa para decirle lo sucedido al padre, el padre la miro sonriendo mientras una fina lagrima se deslizaba por su mejilla y sentó a su hija a su lado mientras la cogía de la mano. Le comenzó a explicar que aquello era imposible, cuando el joven se había ido hacia tiempo de su casa, horas más tarde, un comerciante lo había encontrado en el camino, estaba muerto ya que al parecer el veneno de la serpiente de río infectó su sangre, la había salvado pero él había muerto. La muchacha rompió a llorar y le dijo que ella lo había sentido, que lo había besado y había notado su calor y su amor, pero el padre continuaba diciendo que eran imaginaciones suyas. A la mañana siguiente la muchacha volvió al rio, allí, lavando de nuevo la ropa, una serpiente se puso a su lado, la miró fijamente, pero ella no tenía miedo, había algo en ella que la tranquilizaba, y dejo que esta se enroscara en su brazo. Cuando la miro a los ojos, la muchacha dijo, "hazlo, pues así es la única forma de volver a notar tu beso sobre mi mano", y dicho esto, la serpiente mordió a la joven justo en el mismo lugar donde hacía años la habían mordido. Poco a poco, su corazón dejo de latir. El padre de la joven lloraba inconsolable después de aquel suceso, y el pueblo al completo estaba afectado por la muerte de la joven, así que decidieron incinerar su cuerpo en la playa, a la luz de la luna. Esa noche mientras el padre desconsolado observaba las llamas, alcanzó a ver la sombra de dos figuras besándose a la orilla del mar, y fue entonces cuando dijo sonriente " Ella por fin es feliz."

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