El pacto de Ulises
Los momentos de lucidez son parecidos a esos intervalos en los que el sol atraviesa las nubes en un día nublado; son esos instantes en los que estás en medio de una batalla campal y tienes dos segundos para coger aire antes de seguir blandiendo la espada.
Es en estos momentos donde la calma te permite pensar que cierras un pacto con Ulises.
Cuando el héroe de la mitología griega navegaba por las costas de Sirenuse en su regreso a Ítaca, pidió a su tripulación que lo amarrara al palo mayor y que ellos se echaran cera en los oídos para no escuchar el canto de las sirenas; levantó barreras para evitar apartarse de su rumbo.
Fue su amor a Penélope lo que le hizo enfrentarse a todas las pruebas que le impusieron los dioses para regresar a su hogar. El dolor de estar lejos de quien comparte el corazón durante veinte años.
Fue su amor lo que le empujó a la acción de encadenarse al mástil y de enfrentarse a los retos de los dioses; fue su decisión de ser un francotirador que sólo tiene un objetivo, y no un pistolero de feria que le dispara a todo lo que se mueve, lo que le hizo regresar a casa.
Es el amor quien empuja al alma a la acción y, como le decía María a Draco en la ópera del FF-VI, como le prometió Penélope a Ulises en una veraniega puesta de sol: I’ll wait forever more.