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Mostrando entradas de mayo, 2025

Facta, non verba

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En cientos de miles de años desde que se tiene conocimiento del primer homo sapiens , nuestro cerebro aún mantiene el miedo como mecanismo de seguridad. Ese miedo que, cuando tenemos algo delante que nos saca de nuestra zona de confort, puede manifestarse de las formas más desconocidas. Decía Voltaire que lo mejor es enemigo de lo bueno. Que buscar la perfección extrema no hace otra cosa que postergar el presente a un futuro incierto. Que, como dice James Clear, nos contentamos con un “ponemos en marcha” en lugar de actuar, y todo por un motivo: el miedo al fracaso. No hay nada peor que planificar eternamente con la excusa de hacerlo lo mejor posible, y doparnos con la sensación de que estamos haciendo algo. Facta, non verba . La importancia de las acciones sobre las palabras y de desarrollar el carácter para lograrlo. O por lo menos, esta es la conclusión que he sacado tras calzar de nuevo los patines después de varios años sin hacerlo. “Retomar algo que dejaste y te gustaba”;...

Silencio

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En ocasiones pierdes la cuenta de las veces que, a lo largo del día, piensas en rendirte. Lo único que sé es que siempre es una menos que los mantras que te repites cuando llega esa sensación. No se trata sólo del agotamiento físico o mental, sino de los pensamientos intrusivos a los que tienes que hacer frente; esos hilos que se cuelan entre los bloques que forman las murallas que protegen el castillo. No sólo tienes que construir, tienes que construir en medio de un asedio; en medio de una guerra que se libra extramuros entre los guardianes de la ciudadela y los demonios que, de vez en cuando, atacan con la intención de arrasarlo todo. Es un equilibrio de fuerzas, de reorganización continua bajo una lucha encarnizada. De mantener lo que tienes, pero aspirar a un poco más. De inconformismo. De conquista continua para llegar a donde quieres llegar. De mucha meditación y calma para acertar porque, para quien se ría de esto, he de reconocer que funciona; hablar poco y pensar much...

F.F.

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El Final Fantasy debe su nombre al intento desesperado de su creador, Hironobu Sakaguchi, de salvar su carrera después de varios fracasos en la industria de los videojuegos; un juego cuyo título, en palabras del autor, surgió de los sentimientos de ese momento al que se enfrentaba. Y vaya si salvó su carrera… Más de XVI ediciones sin contar los Advance desde 1987 hasta el día de hoy y previsión ya de la nueva. El caso es que Sakaguchi fue de fracaso en fracaso hasta lograr crear una de las mayores historias de todos los tiempos. Historias cuyas enseñanzas en algún momento nos ayudaron a salir de un pozo y a darnos cuenta de que, si no somos nosotros los que queremos salir, nadie va a venir a sacarnos. No porque no quieran hacerlo, sino porque no pueden. Es nuestra elección. Hay gente que es feliz siendo un crío toda su vida, y otra que asume que puede aspirar a algo más. Y eso es lo difícil. Porque aspirar a algo más implica crecer y, lo más difícil de crecer, es tomar la decisió...

Botellas

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Hay historias que, dicen las meigas , están predestinadas. Que están por encima de lo normal, de lo convencional y de lo de siempre. Historias que se escriben en cartas que se envían a sabiendas de que no serán recibidas, pero que se escriben para poder dejar de pensar en ellas. Como esos mensajes que antaño se guardaban en botellas que se perdían en la inmensidad de la mar. Mensajes en los que se descarga el peso que se acumula; hojas de papel que se amontonan formando un libro que no deja de crecer y que surgió de la nada. Un libro que no se contaba con escribir; las cartas de un capitán exiliado a la espera de terminar su misión. Y sigues adelante; gastando las huellas de los dedos, la tinta del bolígrafo y los atardeceres al lado del mar, pero sin ser el dueño de ti mismo. Que, como dijo Rafiki en la película de Mufasa: el ojo nunca olvida lo que ha visto el corazón.