Vincit

Párate durante cinco minutos a hablar contigo mismo. A valorarte al margen de los demás, de si eres más alto o bajo, más feo o guapo, más inteligente o listo, porque el mundo no va de esto.

Sí, las comparaciones son odiosas, pero no todos tenemos el mismo ritmo de vida ni la misma trayectoria a nuestras cuestas. Desconoces las espinas que el de al lado tiene clavadas a sus espaldas y que lo han hecho ser así, de la misma forma que nadie terminará nunca por conocerte al completo.

Porque hay esos rincones ocultos del alma cerrados a cal y canto donde ni el diablo se atreve a entrar, donde encerramos a nuestros terrores para no volver a encontrarlos nunca, porque si es difícil encontrar un lugar donde aprisionarlos, más difícil aún es conseguir cerrar esa puerta.

No, el éxito no es medirse con los demás, ni ser mejor que nadie. El éxito es cada día ser mejor que ayer, saber algo más y aprender algo más, crecer como persona, obtener mayor conocimiento y seguir aportando, y todo ello compartiéndolo con quien más quieres.

Ese es el éxito: el crecer como persona con logros constantes y diarios, sin necesidad de ganarle a alguien.



Entradas populares de este blog

No enemies

Ratón y mantequilla

Las pilas de Nesperino