Iuvenis


Existen personas que suelen arrepentirse de las locuras de la juventud y de todas las decisiones que se tomaron en ese filo de la navaja, en esos años que te hacen ser el dueño y señor del mundo, del tiempo y del espacio, de todo lo que tengas por delante. De toda una pista de asfalto por quemar.

Sí, hay gente que se arrepiente de todo o parte de lo que hizo siendo joven,  de esos tatuajes y de esos pendientes, de los cortes de pelo obscenos y de las resacas en la playa; de que todo eso ha sido un error, y realmente ese es el error.

El error de no reconocer que las cicatrices en el cuerpo son heridas de batallas en las que se ganó o se perdió, pero que se libraron, el error de no saber apreciar un buen calimocho con los colegas en un soportal las noches de lluvia en invierno cuando era legal hacerlo, o la tensión del primer pendiente y del qué dirán tus padres cuando entres por la puerta de casa.

Cada batalla, cada herida y cada marca forma parte de una supuesta errática adolescencia que te ha llevado a ser como eres. Todo ello para demostrar que no importan los años que puedas tener de vida, si no de cuanta vida has decidido llenar esos años, y de que como dijo Mae West: Solo se vive una vez, pero si lo haces bien, una vez es suficiente.



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