A las bravas
Te
arde la garganta, te hierve el cuerpo, y notas los músculos tan, pero tan
pesados, que no puedes ni descansar. Te duele la espalda y la cabeza a partes
iguales, notas las costillas oprimiendo los pulmones, y los ojos tienen ese
aspecto de brillo febril que induce al delirio ocasional.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzH3y1ramjDzBxVJY2wn2zZDxLdmgdj2LkurIf9dvKqlvM-6178WkCOG1e07gGFRARCMfEOgZj9weUKaKqilLPl0Qc2JSfX6DOsm_iPYRHkZsnoWj06VfB8lWuH8YLA2S0AYEwxGb3Sp_F/s320/30f0a3df4d3f492ae594af49a8352b.jpg)
Supongo
que hasta aquí. Hasta ese punto en el que tú eres el único responsable de tu
destino, de tus acciones y de tu camino. Siempre acostumbras a tener tantos
planes como problemas puedan surgir, y en este caso… En este caso, las acciones
desesperadas requieren de medidas desesperadas.
Desconozco
si es lo correcto o no. Si hago bien o no. Pero cuando sólo tienes una carta y
estás obligado a usarla, no queda más remedio que echarle cojones y seguir
hacia adelante.
Si es
tu sueño, si realmente lo es, ve a por él. ¿Quién dijo miedo existiendo hospitales?