Overcoming

No hay un día marcado en el calendario, tampoco ninguna conjunción astral. Simplemente ese día llega, sin darte cuenta.

Cuando lo hace no es como si todo fuera una explosión de alegría y de júbilo. Eso dura el primer día. Quizás como mucho el segundo, pero es en los sucesivos, cuando paras a pensar no solo en el camino, que es largo, si no en los sacrificios.

Piensas en todo a lo que has renunciado, a las batallas consecutivas, día tras día y apenas sin descanso, manteniendo siempre la cabeza alta y los hombros erguidos como si nada de importara, impasible a las dagas que cruzan el aire.

Y es que cuando cesa la batalla, cuando has ganado, todo ese cansancio acumulado, las noches sin dormir y los nervios a flor de piel. Todo eso te pasa factura. Y te hace fuerte.

Porque el sabor a hierro debajo de la lengua es el caramelo al que te has acostumbrado, y porque como decía el opening de una gran serie: sin permitir que nadie consiguiera disuadirles de abandonar su hazaña, partieron en busca de sus sueños.

Así que, continuamos navegando.



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