MMXXII


Se acaba un año en el que he vuelto a sentir escalofríos con algunas canciones. Un año en el que durante un instante, existió un segundo corazón en el lado derecho que hacía tiempo había dejado de latir.

Se acaba un año al lado de los de siempre: de mi familia y de mis amigos, y que es lo único que le pido a la Providencia de cara al año que viene. Que no me falte nadie en la mesa, que haya que poner más sillas si hace falta, pero que me deje tal y como estoy.

He vuelto a poner negro sobre blanco durante horas enteras, de escribir historias y de volver a sentirlas, de disfrutar como nunca lo había hecho del mar y del remo, de tener la suerte de dormir abrazado con quien quiero pasar lo que me quede de vida.

Hay como una media docena de retos en rampa de salida para este 2.022; alguno de ellos hasta puede que desconozca cual es, pero supongo que la diferencia con todos los años anteriores es que ya no miro lo que he vivido, ahora vivo lo que quiero vivir. Porque soñar en futuro, siempre ha sido mejor que vivir en pasado. ¡A por 2022!





Entradas populares de este blog

No enemies

Las pilas de Nesperino

Ratón y mantequilla