Renegados

 

Renegados. Parias. Los despojos con los que nadie desearía juntarse. Desertores de las palizas mentales que pasaron a ser rutina y de las miradas por encima del hombro. Repudiados de quienes los vieron como basura a la que ni valía la pena llevar a un contenedor.

Y ahí es donde existen los puntos de inflexión. Donde la gente fuerte aprende a tirar de alma para encontrar su lugar, ese hueco en el que la pieza encaja sin necesidad de forzar. A saber lo que quieres y a desechar todo lo demás.

Ahí es donde cambias. Donde ya no es que hayas salido de la zona de confort, si no que la has reducido a cenizas con la única intención de que sirvan de abono a tu futuro. Para sembrar tus ideales, para forjar tu destino.

Cada latido y cada sonrisa, cada lágrima y gota de sudor. Cada sentimiento experimentado. Todo vale la pena para vivir y sentir que estás en el lugar correcto. No tiene sentido quedarse quieto pensando que eso es vivir. No tiene sentido el renunciar a ser uno mismo por contentar a los demás. La vida no tiene sentido si nosotros no podemos cambiar.



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