Agua y arena


Las gotas de agua de una palada que te refrescan la cara mientras el sol te ciega desde el horizonte. La brisa del viento que lleva el olor de la hierba recién cortada. El estar sentados en una mesa comiendo los de siempre. Las risas de complicidad con los buenos amigos. Un beso con los altavoces reventándote los oídos y que lo silencia todo. El olor a salitre.

El cantar con tu hermano en el asiento trasero del coche en un inglés que no entendemos ninguno. Tomarse un café con tu abuela al lado del mar. Los abrazos de mamá cuando los días son largos, o los consejos de papá cuando tienes que tomar una decisión importante.

Cuando son tantos los detalles que marcan el carácter y el ser de cada uno, te das cuenta de que no son los grandes acontecimientos de la vida los que te cambian, si no ese agua que llena las rendijas que hay entre las piedras y la arena del tarro del tiempo. 

Que la esperanza siempre ha permanecido viva y permanecerá mientras exista vida, que como dijo un sabio en el mundo del remo: El conocimiento suma, pero la actitud multiplica, y que el honor, la lealtad y el compromiso, son algo más que simples palabras que aparecen en un diccionario: Son los valores que bien merecen una buena causa.



Entradas populares de este blog

No enemies

Ratón y mantequilla

Las pilas de Nesperino