Como copos de nieve

Siempre existirá quien se crea con la autoridad moral de ser más que tú, de mirarte por encima del hombro, hasta de cuestionarte tu forma de vestir, de hablar o hasta de caminar. De estar por encima del bien y del mal, de ser juez, jurado y verdugo. De hacer de la Santísima Inquisición un juego de niños.

Siempre habrá personas que te pedirán que dejes de ser como eres, porque es lo que a ellos les hubiera gustado ser y nunca tuvieron el valor de serlo. Siempre habrá quien quiera condicionarte los actos porque eres incomodo, porque te sales del guion o porque eres tan tuyo que nunca serás de nadie.

La impronta del carácter nace de algo más de dar pulpo como animal de compañía ante las adversidades, y la integridad de uno mismo va más allá de caerle bien a alguien. Porque eres como los copos de nieve: No hay dos iguales.

Como pensaba uno de esos jóvenes eternos que se sentaban al borde de la fuente de Lemuria: Nadie tiene más suerte que el que cree en la suya propia y tiene amigos que lo apoyan.

Y esa es la suerte en la que creo; en la de no dejar de ser fiel a uno mismo.



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