Punto gordo


Recuerdo las clases en el instituto, y los consejos previos a los exámenes de la selectividad en las que se nos decía que en el caso de no llegar a conjugar en un mismo punto dos elementos tangentes, aplicáramos el teorema del punto gordo. A saber: Haz más gruesas las líneas hasta que finalmente se toquen.

El problema lo tenías cuando se te iba la mano y terminabas saliéndote de la frontera, cruzando las líneas infranqueables que nunca se deben cruzar. Y lo haces sin querer, porque obviamente lo que buscas es la mejor nota posible para poder entrar en esa titulación que tanto deseas, pero te patina el compás, la regla y el portaminas.

En la vida por desgracia, rara vez se puede aplicar este enunciado. Porque al igual que en el dibujo técnico, corres el riesgo de salirte del plano.

Así que te quedan dos opciones: o cambias de folio, o borras con sumo cuidado y vuelves a dibujar la tangente, recordando que si borras demasiado, porque errar es humano,  pero hacerlo continuamente es de idiotas, el papel se acabará gastando y tu suspendiendo ese examen por el que llevas tanto tiempo esperando.



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