Hasta chao
Hoy me despido de ti.
Después de tantos años en los
que pasamos muchas cosas, buenas y malas, en las que aprendimos y compartimos
varios momentos que marcan, pero de los que se salieron adelante por muy
jodidas que fueran las circunstancias.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKiogUXlfUOf6hYZWvjUFZtTX5LJtEBw8jqpDA20JbnfsuJXWWYkX_SZWb-w17cS7xFSW57G1GbwK_bCOVcxUOEUZg5r9Q5Xh77p4HJCxcdbIwcHmSEpMumVmtinmQcm6XwdCApDmbANhN/s320/12801546334_8b683d55a8_b.jpg)
Siempre fui reacio a algunos
cambios, pero también soy consciente de que hay cambios que son obligados o bien
por imperativo de las propias leyes físicas, o por la suprema ley moral.
Cuesta que te cagas eso de
despegarte de algo o de alguien cuando de verdad le tienes apego.
Es como cuando se te queda pegada
a la piel una galleta de chapapote. Como esa sensación de plástico derretido
que se adhiere al vello que quema y martiriza por igual.