Waterknives

Llueve; cae agua a calderos desde los cielos encapotados del norte. El frío cala los huesos y la humedad anida en el corazón del hombre, la luz de la mañana se retrasa, los cerrojos de las casas se pasan, y la luz deja de anidar en este lugar.

Humo y cenizas que el cielo gobiernan, dejando llenas de polvo las alas de aquellos que vuelan en libertad, acartonando sentimientos que antes latían y ahora solamente saben llorar.  Ahí siguen de nuevo, esos golpes contra el suelo, esas lágrimas del cielo que destrozan el papel a su pasar, esas cortinas translucidas que marcan un principio y un final, que esconden lo perfecto de lo imperfecto, y el futuro de lo que vendrá.

Se para, silencio. Solo escucho mi respirar. Quiero agarrarme a la vida que se va, a la libertad que ansío pero que no está, al destino sumiso y clandestino que aspiro encontrar. Caen del cielo como puñales en forma de cristales que no paran de reflejar  lo dura y jodida que es esta puta realidad.

Ahora solo hay lluvia, latidos y silencio; nadie sabe si volverás. Deja que caiga la lluvia y limpie las heridas, que sanen las cicatrices y se vuelvan puntos de partida, que los puntos y seguido son solo un suspiro, y hoy en día todavía tienes mucho que respirar.


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