Los Escritores



Te despiertas en la oscuridad de la noche con el corazón desbocado y con los dedos inquietos, con la mirada clavada en las estrellas que logras ver a través del último forjado de tu casa, más allá de donde mueren los sueños.

Un bolígrafo y un papel es lo único que necesitas, y después, que se desate la completa y absoluta locura.

Tú naces, tú vives, tú mueres, tú te ahogas en vino, y tú, porque me caes bien, invocas a un espíritu que cruza las puertas de los universos desde los confines del espacio interdimensional hasta aquí. Cuando menos te lo esperas aparece un rayo de energía que cruza los cielos de norte a sur, o de este a oeste, según cómo te dé ese día por tomar los ejes de referencia de un universo que tú mismo has creado.

Este mundo nace de la nada y vive de tu aire, de tu esencia y de tu puta cabeza. 

Los mundos que he creado viven de la cicatriz con forma de gaviota en la sien izquierda, y de las venadas entre la locura y las noches de imaginación desbocada que me hacen transfórmame en mi mismo; en caballeros de brillante armadura, en dioses que habitan en lo más oscuro de los corazones, en hadas que nacen y mueren con la última puesta de sol.

Son solo unos pocos los que controlan este placer eléctrico que recorre las venas y domina los nervios; que trabajan codo con codo con la imaginación que nace de ese corazón invisible que late en el lado derecho del pecho, que logran que con simples palabras florezcan las más profundas emociones. Son solo unos pocos los que desatan la mayor magia que existe en este mundo.

Esta magia se controla simplemente por el placer, por la satisfacción personal de crear y transformar; por la simple magia que se extrae de vivir. Estos grandes magos de la imaginación tienen todos un mismo nombre; son los Escritores.


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